La Carreta Sin Bueyes.

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Cuántas versiones se habrán escuchado y leido acerca de la Carreta sin Bueyes, a lo largo y ancho de Costa Rica a través de los años.

Hoy podremos leer esta leyenda, sobre una historia de amor; donde se une lo pagano con lo religioso. Más que un mito es una forma de expresión que ha pasado en la forma oral y escrita a formar parte de nuestro acervo cultural.

LA CARRETA SIN BUEYES Versión A

Vivía en un caserío del antiguo San José, pueblo de carretas, gente sencilla y creyencera; una bruja quien estaba enamorada del más gallardo de los muchachos del pueblo.

El muchacho por su gran apego a su fe cristiana no quería tener nada con ella pero la bruja valiéndose de artificios, lo logró conquistar y así vivir con él mucho tiempo, conviertiéndolo en un ser similar a ella.

Como se puede notar nadie estaba de acuerdo con esta unión, mucho menos el cura del pueblo el cual en sus prédicas denunciaba el hecho, al pasar de los años aquel muchacho, ya mayor, tuvo una enfermedad incurable y pidió a la bruja que si se moría, le dieran los santos oficios en el templo del lugar.

Al solicitarle al sacerdote la última petición de su amado la bruja recibió la negativa debido al pecado arrastrado en su vida.

La bruja dijo por las buenas o por las malas y al morir su hombre, "enyugó" los bueyes a la carreta y puso la caja con el cuerpo muerto, cogió su escoba, su machete y se encaminó al templo.

Los bueyes iban con gran rapidez pero al llegar a la puerta, el sacerdote les dijo "en el nombre de Dios paren", los animales hicieron caso, más no la bruja la cual blasfemaba contra lo sagrado.

El sacerdote perdonó a los bueyes por haber hecho caso y la bruja, la carreta y el muerto todavía vagan por el mundo, y algunas noches se oyen las ruedas de la carreta pasando por las calles de los pueblos arrastrada por la mano peluda del mismito diablo.

LA CARRETA SIN BUEYES Versión B

Vivía una bruja en una comunidad aledaña a la capital; se encontraba enamorada de un joven muy guapo y elegante, que provenía de una familia adinerada y trabajadora, dedicada a los cultivos de! café, maíz, arroz, frijoles, caña de azúcar y hortalizas.

Ella era una mujer de baja estatura, de tez blanca, regordete y cachetona, de nariz aguilucha, de ojos color miel, pero muy avivatados. Sus atuendos eran algo raros: usaba faldas largas, con trenzas en el pelo, ya que lo tenía muy largo; también se acompañaba de un sombrero de pico y andaba a pies descalzos. En el pueblo la conocían como Epifanía, "la mujer de los perros", ya que en su casa tenía como una veintena de ellos. Se dice que cuando pasaban por su hogar, éste despedía raros olores.

Epifanía, valiéndose de artificios o hechicerías, logró conquistar al joven apuesto y se lo llevó a vivir con ella. Al tiempo, él terminó siendo similar a la bruja.

Con el pasar de los años aquel joven se transformó en una persona vieja, pero víctima de múltiples enfermedades. Él le solicitó a la bruja de su mujer, que por favor fuera donde el curita de Iglesia a pedirle que, cuando él muriera, le dieran los santos oficios en el templo del lugar.

Encaminóse la bruja Epifanía para hablar con el sacerdote, el cual le dijo que no podía hacerlo por el pecado arrastrado en su vida. La bruja Epifanía dijo: "Por las buenas o por las malas, usted tendrá que recibir a mi amado".

Pasaron unos pocos días y empeoró la salud de su "amado" hasta llegar su muerte, y Epifanía se prometió a sí misma que ella pasaría a la Iglesia con el cadáver para que se cumpliera el deseo que !e había pedido su amante.

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