Había llegado la Muerte a cumplir con su propósito. Hastiada de tal rutina que eran sus acciones. Caminaba infatigable, aunque fatiga era lo que le sobraba. No pudo evitar soltar un suspiro, vaho lívido, nota apenas perceptible, pero lo suficiente como para helar los huesos y causar desesperanza al que lo escuchara. Los humanos le parecían desdichados y miserables; arrogantes y estúpidos. Ahí estaban rezando, como si una deidad caprichosa y arbitraria controlara su desgracia. Siempre erraba entre ellos, pero estos tan ocupados en sus asuntos nunca notaban su presencia. Estaban más preocupados por enmascarar sus penas y crear falsas expectativas optimistas que por ver a su humilde salvador, así es como la Muerte se sentía, o se sintió, pues el rechazo es casi siempre lo único que recibe. Y la Muerte condenada a morir quedó vagando a solas, sin más propósito que ser acusada de desgracia.
No entendía como los humanos luchaban por permanecer vivos. Vida, aquella otra voluntad que gozaba con torturar la existencia , existencia egoísta, existencia que reta a la nada y le teme, existencia que es todo pero al final es nada pues la Muerte regala a la nada esa existencia que vive, para que vuelva a evitar el sufrimiento. Existencia que se prolonga sin explicación, existencia que se cree digna y quién es la muerte para juzgar a esta existencia. Esto se lo preguntaba así misma cada vez que cumplía con su propósito. Existencia débil, pues con un toque de la Muerte bastaba para que desapareciera. Pero la Muerte también era débil, pues amaba su propia existencia. La muerte existe por la existencia, sin la Vida existente la Muerte no existiría. Muerte que no entiende la dignidad humana, pero que también busca prolongar su existencia porque no acepta su temor a la nada. Al final la nada existe en el todo, y ni siquiera la Muerte, autoproclamada salvadora tiene un propósito, pues la única que puede dar muerte a la Muerte es la Muerte misma. Entonces su misión de dar fin al sufrimiento de la Vida queda eclipsada por el miedo a perder su propia existencia.
Aquí está la muerte lista para cumplir con su propósito. La miro a los ojos mientras ella me lee los pensamientos y explora mi vida. Como regalo por haberla visto me deja explorarla también antes de que cumpla con su propósito vacío, de ahí logro hacer todas estas reflexiones. No dejaré más que mi esencia, pues era nada y nada seré. Me despido de la vida, voluntad de sufrimiento. Mi dignidad te enfrentó con ímpetu, pues soy humano y como humano te dejo, con más voluntad que la voluntad de la nada; voluntad eterna, pues solo así se disfruta la vida y se abraza con gozo a la muerte, esa que camina entre nosotros pero no vemos por miedo o quizás por ego; esa que solo es posible ver cuando superamos la voluntad de la nada. Por desgracia los humanos son lo que la Muerte piensa y están condenados. Condenados bajo el peso de su propia existencia, prolongando la voluntad de la Vida, perpetuando el sufrimiento y condenando también a la Muerte.
Mis pensamientos turban a la Muerte, cuyo orgullo nunca la dejó reflexionar al respecto. La Muerte cumplirá con su propósito, aunque ahora piensa que es solo un deber. Muerte solitaria. Muerte que solo quería compañía en la existencia. Muerte desdichada y miserable; arrogante y estúpida, como los humanos. Muerte demasiado humana; Muerte demasiado muerta. Exactamente como yo. Ahora regreso a la nada, a esperar a la Muerte.
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Muerte Demasiado Muerta
Fantasía¿Cuántos rasgos humanos tiene la Muerte? Esta Muerte es demasiado humana.