Enséñame a enamorarme, ¿de ti? - VerKwan OS

1. Ú N I C O

—SeungKwan, quiero enamorarme —las palabras de Vernon llegaron a mí, tocaron cada parte de mi ser como si de agua fría se tratase. Yo tosí, dejando mi bebida a un lado, mirándolo con una confusión exuberante. Escuché un suspiro de su parte, luego, se sentó frente a mí—. Tampoco me mires así.

—¿A-Así cómo? —limpié los restos de bebida que habían caído en la mesa por mi culpa. Era vergonzoso, bochornoso, quizá sólo para mí. Tragué saliva, esperando a una respuesta. Lo escuché bufar, alzando su mentón hacia arriba, dejando ver la nuez de adán que se extendía a la mitad de su cuello.

— Como si estuviera desesperado por conseguir una novia—contestó, colocando al fin, su mirada en mí. Yo me descoloqué por segundos, acomodando mis gafas por el mero nerviosismo que me hacía sentir—. Quiero conseguir un amor, por el cual entregar parte de mi tiempo. Alguien que me haga sentir confundido hasta de mi propia existencia. Que el solo roce me haga suspirar, perder la conciencia en su mirada... —suspiró—. Quiero enamorarme o, al menos, conseguir a alguien para intentarlo.

—Y-Yo... —meneé mi cabeza en el aire, dejando un pequeño rubor en mis mejillas. ¿Pensar en amor? ¿Cómo alguien tan joven podía caer ante tal perdición?

—Necesito la ayuda de mi mejor amigo —su mano tocó la mía, pero yo lo alejé con rapidez, quitando ese cruce inocente de miradas—. Tengo candidatas —prosiguió—. ¿Qué dices? ¿Te unes a ayudarme?

Suspiré. El amor era pesado, yo cargaba con dicho peso desde que me atravesé con quién ahora podría llamar mejor amigo. Estaba exiliado en el conocimiento sobre dicha palabra, no sabía qué tan grande podía llegar a ser, pero al menos, la había palpado, la había sentido, me había atacado.

Acomodé mis gafas y bajé la mirada hacia el mármol. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Ayudar a mi amor a, conseguir otro amor? Vernon dependía de mí por la amistad de años que llevábamos, yo dependía de su estadía a mi lado. Tragué saliva y con mis dedos torpes jugueteé sobre la superficie.

— ¿Por qué lo estás dudando tanto? —sus preguntas ocultaban la insistencia y yo rodé los ojos ante eso—. Vamos, Boo. Tu mejor amigo te está pidiendo un favor muy pequeñito que salvará parte de su vida. ¿Te quieres negar?

—E-El —carraspeé, levantando al fin una mirada más seria—. El conseguir un amor no se trata de candidatas. El amor llega, golpea tu puerta y entonces decides si la abres o no. No puedes ir por la calle, conseguir una chica, pasar una noche y luego describirla como el amor de tu vida. Jugar así —su iris miel se mantuvo estupefacto ante mis palabras—. Jugar así, es cruel.

—¿Lo es? —el aire frío saliendo de su boca, esos hombros caídos debido a la decepción. ¿Era una trampa? —. Es por esa razón que estoy pidiéndote ayuda. No sé nada de esto y-

—¿Y piensas que yo lo sé? —interrumpí, ahora más calmado con un tono de desilusión. El sólo hecho de pensar en mi egoísmo, de no quererlo con nadie más, me martirizaba—. Ni siquiera he tenido a alguien que comparta mis gustos. ¿Cómo puedes pedir ayuda a un inexperto?

—No le estoy pidiendo ayuda a un inexperto, se la estoy pidiendo a mi mejor amigo —esa frase hizo que nuevamente mis ojos cayeran en los suyos. Mi corazón tomó palpitaciones arrasadoras, matándome en sólo proceso de mirarlo. ¿Por qué era así? ¿Por qué debía ser así conmigo? —. Y al parecer, mi amigo no quiere ayudarme.

Cerré mis ojos y apreté mis labios. ¿Ayudar o, perder? Era un juego brusco para mí. Mis dientes se friccionaban en el interior de mi boca, dejando una mandíbula tiesa. Los ojos me picaban por el hecho de perder algo que no tenía. De todas formas, ya se veía venir, pues Vernon no compartía ningún interés por los hombres, mucho menos para los que eran como yo. Una vez me dije a mí mismo que luchar contra algo así, sería una guerra perdida, que sería la bandera blanca batida en el aire porque me rendiría, porque así era yo.