El lugar olía a delicioso café recién hecho. El día estaba callado y no había mucha clientela excepto por los dos jóvenes en la esquina artística, uno pintando con acuarelas y otro con pintura acrílica. El local era completamente blanco con acentos en rojo sanguíneo, azul marino, y azul verde excepto por la esquina artística la cual tenía el suelo pintado de negro y lleno de pincelazos de colores.
Con mi brazo tallé un poco de sudor de mi frente y me fui a lavar las manos. Después de lavarme las manos, comencé a lavar los trastes que habían quedado sucios después de que ambos clientes en la esquina artística se fueran. Me encantaba ver como las tazas y los platillos quedaban hermosamente blancos.
El contraste de las tazas y las decoraciones con sus colores oscuros en rojo y azul me hacían sentir cierta tranquilidad. Era un muy buen día un feliz día y la lluvia afuera no lo hacía menos bueno. Aun así, miré hacia fuera contemplando que tan mojada quedaría al caminar a casa en cuanto cerrara. Pero no habría problema ya que el clima podría cambiar en cualquier minuto, y aún quedaban veinte antes de cerrar.
Salí del café con la intención de dirigirme hacia la librería y esperar hasta que comenzara a oscurecer para ver si paraba la lluvia y así podría evitar mojarme tanto. Al entrar me di cuenta que no había tanta gente como esperaba en un principio pero no sentí mucha diferencia al silencio al cual estaba acostumbrada. Tomé un libro y me senté en uno de los sillones arreglados lejos de la cafetería y más cerca de los libros. Después de trabajar en el café todo el día, no se me antojaba mucho uno que digamos. Unos cuantos minutos después de estar sentada leyendo la romántica novela que al parecer trataba de una chica que no se daba por vencido cuando su novio se sentía triste y suicida, se me acerco un muchacho.
Un poco más alto que yo y de ojos azul cerúleo con cabello castaño, llamó mi atención fuera del libro.
—Buenas tardes, señorita— me miró hasta que levanté la vista de mi libro —¿qué libro me recomendaría entre está multitud?
Vi como movía sus brazos extendidos hacia todos los libros alrededor de nosotros.
—Buenas tardes. Pues depende de que le guste leer. Si le habla a una de las vendedoras, quizá una de ellas le pueda dar una mejor recomendación que yo.
—Oh, no. Le pregunto a usted porque veo el libro que está leyendo y en mi experiencia, me gustó bastante. Me gustaría leer algo similar. ¿Que podría recomendarme basado en sus gustos?
Tomando un recibo viejo, marqué mi lugar en el libro y caminé a la sección donde había encontrado el libro que leía actualmente. Al pasar las dos filas de drama, caminamos hacia romance dramático y ahí tomé dos libros y se los di, explicándole vagamente de que trataba cada historia.
—Muchas gracias.— tomó los dos libros y los agregó a otro que ya cargaba con él. —Sé que es bastante tarde pero ¿no le gustaría tomar un café y hablar un poco de literatura?
Obviamente me estaba invitando un café y aunque el frio de la noche afuera meritaba una bebida caliente y hablar con un completo extraño de cosas que me gustaban sonaba como un evento que haría una buena historia, ya estaba oscuro afuera y aún tenía que llegar a casa.
—Me temo que tengo que rechazar su oferta. Ya es bastante tarde y me esperan en casa. Que tenga buena noche.
—Oh, disculpe, no sabía que era casada.
Sin responder nada fui a la caja y compré el libro para irme a casa al fin descansar.
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Lo Negro del Café
RomantikLa monotonia era lo mas normal en mi vida. Incluso la manera de preparar el café nunca cambiaba sin importar cuan diferentes eran las mezclas por cada bebida. Todo siempre seguía en armonía- hasta que llegó el caos a formar parte de mi vida.