Barcelona se hacía más pequeña a medida que el coche avanzaba por la carretera. Esa primavera mi familia y yo nos íbamos a pasar unos días a un pueblecito, en una casita rural muy grande y tranquila o eso es lo que ponía en Internet.
A mí, como los viajes en coche no me gustan, me dormí hasta que me desperté por unos baches que hicieron que rebotara el coche entero. Fue entonces cuando mi madre me dijo que ya habíamos llegado. Un pueblo con niebla y siniestro, con árboles muertos y desnudos que lo hacía aun mas terrorífico. Era extraño, se suponía que era primavera, con flores por todos lados y sus abejas que zumban a su alrededor, ese polen tan molesto que vaga por los aires y se te mete en la nariz al respirar. Miré por la ventana y a lo lejos, pasado un campo de trigo, se veía un bonito lago con aguas grises. Seguido miré el cielo, gris también, lleno de nubes y pequeñas gotitas que caían y rebotaban en el parabrisas del coche. Aburrida, miré mi móvil, desde el día anterior no hablaba con Sergi, mi novio pero... ¡No hay cobertura!
- Mama, este pueblo es una mierda, que pasa, ¿aquí no hay primavera? ¡Ni cobertura tampoco!...- Digo enrabiada y cruzándome de brazos.
-Lo sé hija, me temo que vas aguantar sin móvil estos días que estemos aquí, sabia desde un principio que no habría cobertura, pero no te lo dije porque sabía que no querrías venir entonces.
- ¿Enserio? ¡Pues vaya mierda de vacaciones! -Contesto.
-Para ti, todo es una mierda- me contesta mi hermana pequeña.
-Tu si que eres una mierda- le contesto molesta por su comentario a pesar de que tenía razón.
- Mama, Valeria me ha dicho que soy una mierda- dice señalándome y lloriqueando.
- Val, no digas eso a tu hermana, y para de llamar mierda a todo, por favor. Seguro que te gustará la casa, mira es esa de allí, la blanca.- me dice señalando una casa blanca que se veía a lo lejos del camino. No le quite el ojo de encima, estuve con la mirada fija en la casa hasta que el coche paró delante de ella. Mi hermana eufórica, mi perra ladraba y yo de los nervios por el escándalo que estaban montando entre las dos.
Bajé del coche con una cara de decepción al mirar la casa, mirándola de arriba abajo sin dejarme nada que criticar; de la puerta se sobresalían clavos, las paredes desgastadas y la teja llena de tochos rotos... ¡Menudas vacaciones me esperaban!
Mi perra salió corriendo en cuanto mi hermana abrió la puerta del coche y seguido mi hermana la llamaba, lloriqueando para que no se escapara. Puse los ojos en blanco y corrí detrás de la perra, hasta que se paró delante de un túnel oscuro y lleno de barro, la perra entró.
-No fastidies, ¡Laika ven aquí! - Grito cruzándomede brazos. Pero la perra no volvía...A si que tuve que agacharme y pasar por eltúnel, gateando y haciéndome daño en las rodillas y las manos al clavarme laspiedras incrustadas en el barro. Por fin veo la luz, y pude levantarme. Lo primeo que hice fue intentar sacudirme el barro de mis pantalones y sudadera, pero era barro húmedo y se me quedó pegadoa mi ropa. Al levantar la cabeza me quedo hipnotizada por el paisaje tan maravilloso que perciben mis pupilas. El paisaje frío y triste se había convertido en alegre y primaveral. El cielo no tenía ni una nube. Lo observo. Una brisa fría acaricia mi pelo, lo cual provoca que me gire al instante. Veo una sombra a lo lejos, entre unos arbustos que hay al fondo del paisaje. Desaparece. Escucho ladrar a Laika, sale de los arbustos y corre hacia mi. La cojo de inmediato y salimos por el agujero. Otra vez llena de barro. Caminamos hasta la casa que queda a tan solo unos metros.
-¿Pero donde te has metido?- mi madre parece furiosa. ¿Que haces llena de barro?.
-Ya he encontrado a Laika, se había metido en una especie de madriguera para conejos- miento.