.Irremplazable.

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"¡Tomi, sal del baño! ¡Quiero hacer pis!" Gritó por tercera vez Bill, sus pálidos nudillos golpeaban la madera de la puerta mientras sus muslos se frotaban ansiosos entre sí.

Tom, su hermano gemelo y mayor por diez minutos, llevaba más de una hora encerrado en el baño y no es que eso le molestara a Bill, pero su pequeña vejiga estaba siendo torturada luego de haberse bebido todo el jugo de naranjas que había en la cocina.

"¡Ya salgo, tonto Bill!" El entrecejo de Bill se frunció ante el feo apodo que su hermano le había dado. Odiaba cuando Tom, a quien adoraba más que al helado, lo llamaba de maneras despectivas.

Su pancita se apretaba y el pecho le dolía. De acuerdo. Sí Tom le decía tonto, el diría algo mucho más cruel y aunque siempre se arrepentía luego de decirlo, no podía evitarlo. Bill era quizás, solamente quizás... un poco temperamental e impulsivo.

"¡Eres un idiota!" Golpeó con su pie la puerta. Arrugando la nariz al ver cómo había dejado una huella café en el inmaculado blanco marfil, tendría que limpiar luego o Simone, su madre, lo castigaría.

La puerta se abrió en ese momento, apareciendo frente a los ojos de Bill un muy arreglado y perfumado Tom. Bill vio un pequeño parche curativo en su mejilla, inmediatamente se lanzó sobre su gemelo para acunarle el rostro e inspeccionar la, a sus ojos, fatal herida.

"¿Qué te pasó?" Preguntó con miedo en la voz, sonando tan bajito que Tom no lo habría escuchado de no ser porque estaban realmente cerca.

Tom chasqueó con la lengua, sus mejillas ruborizándose al mismo tiempo que apartaba la mirada y colocaba sus manos sobre las de Bill para alejarlas de su rostro. "Ya Bill, no es nada"

"Pero estas herido" Intentó acercarse una vez más, sin embargo, Tom retrocedió un paso. Las comisuras de sus labios decayeron ante el alejamiento de su persona más querida.

"Exageras"

"No lo hago"

Últimamente Tom se comportaba de esa manera, distante y fría. Eso desconcertaba a Bill, ya que siempre habían sido realmente unidos y afectuosos. En ellos las miradas cariñosas, los abrazos y besos inocentes en la mejilla, abundaban; o al menos así había sido hasta que Tom, el tonto de Tom se consiguió una novia. Una chica de quince años, demasiado mayor y coqueta para el gusto de Bill...

"Si lo haces. Voy a salir" Murmuró Tom pasando por el lado de Bill, ignorando como su gemelo apretaba los labios y bajaba la mirada al suelo, a sus pies descalzos que se movían sobre la alfombra persa.

"Bien" Respondió.

Bill no se despidió, simplemente entró al baño y cerró la puerta. No entendía por qué Tom actuaba así pero no le gustaba. Extrañaba a su hermano consentido y mimado, a ese Tomi que se colaba en su cama durante las noches para hablar de música o extraterrestres. Extrañaba malditamente mucho a ese Tomi con el que compartía lo último que quedaba de helado de chocolate, sentados en el suelo de la cocina mientras hacían bromas tontas.

Sentía que había perdido a Tom, no solamente a su gemelo, sino también a su mejor amigo y su confidente. A su persona más importante.

Cuando vació su vejiga caminó hasta el lavamanos y su entrecejo se frunció al ver una rasuradora. Eso era extraño, ¿Por qué había una de esas máquinas para afeitar en el baño de ellos?

El recuerdo de la herida en la mejilla de Tom lo hizo entreabrir los labios. No podía ser, ¿Tom se había afeitado? Bill vio su reflejo en el espejo y ladeó su cabeza, completamente confundido.

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2016 ⏰

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