Ese incómodo momento en el que te enteras de algo y sientes tus ojos cristalizarse, tus piernas temblar y ese enorme nudo en la garganta. Pero sabes que si dices una palabra las lágrimas no se detendrán. Así que solo asientes y das una de tus mejores sonrisas, esperando que nadie se haya dado cuenta que quedaste destrozada.