I.
No estaba acostumbrada a despertarse tan temprano, y menos en una casa que no era la suya, no eran ni las 7 de la mañana, pero ya se colaba la luz del día por las rendijas de la persiana. Miró alrededor con una mezcla de curiosidad y verguenza, aún le dolía la cabeza y ni siquiera recordaba como había llegado a aquella casa ni que hacía desnuda en un sofá con un chico y una boa roja de plumas. Pensándolo mejor ni siquiera quería saberlo.
Se levantó como si estuviese en su casa, no se molestó en vestirse, fue a la cocina y se preparó un café con una cafetera vieja que sabía a óxido y a vodka. Abrió la ventana de encima del fregadero que daba a un patio interior y se fumó el último cigarro que encontró dentro de un paquete de Marlboro que no sabía si era suyo. Dibujaba circulos con el humo mientras se acababa el café y tarareaba 'La luna me sabe a poco' de Marea. La verdad es que ya todo le sabía a poco.
Recuperó toda su ropa excepto los pantalones. Los buscó por toda la casa y no recordaba donde se los había quitado. Como última opción pensó en que le podría robar unos a aquel chico, pero no lo hizo, los pantalones están sobrevalorados.