II.
Buscó las llaves de casa en los bolsillos de su chupa de piel falsa, abrió la puerta y tiró la chaqueta sobre el sofá. Se fue a desvestir para darse una ducha cuando recordó que no llevaba pantalones. Había merecido la pena no encontrarlos sólo por ver las caras de las señoras en el metro y las miradas que le lanzaban los hombres, intentando ver por debajo de la camiseta, que por suerte no era de su talla y le llegaba por los muslos.
Acabó de desprenderse de la ropa que si llevaba puesta y fue directamente al baño. Encendió la luz, una bombilla pelada colgando de los cables, que tintineaba unos segundos antes de encenderse del todo, la luz era tenue, pero no necesitaba más. Vivía en una buhardilla con lo justo para vivir, un lavabo, una cocina con unos fogones, una nevera que casi no enfriaba y un fregadero, quedaba una zona en medio que hacía las funciones de comedor, sala de estar y habitación.
Se metió en la ducha, abrió el grifo y dejó que corriese el agua hasta que vio como el color marrón rojizo desaparecía. Se metió bajo el chorro de agua tíbia y se enjabonó distraídamente. "¿Que hora debe ser?" se preguntó. "Por el sol parecen las 10. ¿Hoy tengo clase? ¿Que día es hoy? Creo que el Jueves, o algo parecido." Salió de la ducha y se cepilló la larga melena castaña. Siempre la habían halagado por su pelo, la verdad es que pese a no cuidarlo nada lo tenía precioso, era color chocolate, caía suave y brillante hasta la mitad de su espalda haciendo ondulaciones. Lo dejó suelto para que se secase al natural y fue a buscar algo de ropa. Unos tejanos rotos, una camiseta de Pantera y las bambas de skater, no era de arreglarse mucho, siempre se ponía lo primero que encontraba.
Cogió la chupa y volvió a salir de casa. Cuando estaba bajando las escaleras le sonó el móvil. ¿Quén la podía llamar a esas horas?
-¿Si? ¿Quién es?
-Kat, soy yo.
-¿Yo, quién?
-¿Has vuelto a borrar los números? Yo, Anais.
-Ah, buenos días. ¿Qué pasa?
-Hoy tampoco vas a venir a clase, ¿verdad? - se notaba en su voz que lo decía con tono de reproche.
-Ah, no sabía si había. -contestó intentando no darle importancia.
-Kat, llevamos 3 meses de uni, sabes de sobra que hay clases todos los días.
-Ya, ya... Voy para allí. - y colgó.
La verdad es que no le apetecía nada encerrarse entre cuatro paredes a escuchar un sermón aburrido, pero hacía casi dos semanas que no se pasaba por la universidad, a parte ya le había dicho a Anais que iría.
Sacó el móvil de los tejanos y marcó un número.
-Hola, soy Kat, pásame a buscar.
Colgó sin darle tiempo a responder a la persona del otro lado de la línea. Se encendió un cigarro mientras esperaba en su portal, aún le dolía la cabeza y le sabía la boca a vodka, pero almenos no había pasado otra noche sola, aun que no recordase nada.
A los 15 minutos sintió en la calle el ruido de un motor de moto trucado. Era él. Salió y allí estaba, con su Ducati Monster roja, la chupa de cuero y el pelo negro suelto. Era de ensueño.
-¿Y el casco? -dijo Kat con una media sonrisa.
-¿De verdad me lo preguntas? -soltó una carcajada mirandola de reojo.
Kat subió a la moto y él aceleró al notarla sentarse. Ella se agarró con fuerza a su cintura, no es que tuviese miedo, pero le gustaba notar como se tensaban todos sus musculos bajo la ropa cuando aceleraba o daba las curvas.
-¿Adónde vamos, preciosa? -gritó el chico para que la oyese a pesar del viento.
-A la universidad.
Alan no dijo nada, pero Kat notó que aquella respuesta no era la que esperaba. Aceleró, quizás demasiado, y empezó a adelantar coches haciendo 'S' entre los dos carriles. ¿Se creía que aquello era el GTA?
-¡Alan, vamos en dirección contraria, frena! -dijo gritando todo lo que pudo.
Pero Alan no la escuchaba, o no la quiso escuchar, cuando conducía no le importaba el mundo, perdía de vista lo que le rodeaba. Perdió de vista la carretera y la monovolumen que se dirigía directamente hacia ellos.
