El viaje fue de apenas un segundo. José, Ice y Marcos aparecieron en una especie de hospital y los dos heridos fueron atendidos por los médicos. Los pusieron en camillas separadas y, en seguida, se pusieron con la herida de la pierna de Marcos.
Al poco tiempo de llegar, Ice abrió los ojos. Los médicos le habían dicho a José que estaba en un extraño coma, sin embargo, José ya sabía de primera mano la situación que Ice estaba confrontando en su interior.
—¿Qué me ha pasado? —quiso saber el mago después de despertarse.
—Has erradicado la oscuridad de tu corazón, amigo —le respondió José—. No muchas personas son capaces de hacer eso, tu corazón tiene una fuerza inmensa, no lo olvides nunca.
—¿Y dónde están Santi y Marcos?
—Marcos está siendo atendido por los médicos, un errante le hizo una herida grave en la pierna, pero se recuperará. Le curaría yo mismo con magia, pero mis conocimientos de medicina mágica son insuficientes para esa herida... —José suspiró, sintiéndose algo inútil—. En cuanto a tu otro amigo... No sé dónde está... Cuando llegué a la mansión solo estabais vosotros dos...
Ice intentó asimilar toda esa información en su cabeza y luego volvió a hablar:
—Así que tú también eres mago... ¡Ya eres el tercero que conozco en el mismo día! —gritó Ice emocionado de encontrar a alguien como él, pero rápidamente su rostro se volvió triste—. No puedo recordar nada, y Santi... Espero que esté bien... Tengo que ir a buscarlo...
—No te preocupes, Ice, seguro que está bien. Podrás ir a buscarle, pero seguro que Marcos quiere ir contigo. Además, deberías descansar un poco.
—Bueno... Supongo que tienes razón. Por cierto, ¿quién eres?
—Me llamo José y soy el rey de este castillo.
—¿Castillo? ¿Quieres decir que no estamos en Ocaso?
—No, os he traído a este mundo para poder curaros... Al fin y al cabo, ¡esta es mi casa!
«Otro mundo... ¡He ido a otro mundo! Seguro que el abuelo no se lo creería si pudiera contárselo... —pensaba Ice—. Debería hacerle caso y descansar...». Y antes de que pudiera darse cuenta, Ice se quedó dormido.
Cuando Ice volvió a abrir los ojos ya no estaba en el hospital. En su lugar, ahora estaba tumbado en una cómoda cama en una habitación solo para él. Se despertó algo mareado y miró por la ventana. Podía ver un prado inmenso si miraba al horizonte con cientos de árboles poblando la llanura. El cielo estaba muy claro y no había ninguna nube. Si miraba hacia abajo, veía la ciudadela del castillo: su habitación estaba en una de las torres. Estaba en otro mundo totalmente distinto y era una sensación extraña.
Con todos estos pensamientos en la cabeza, Ice salió de la habitación y bajó los escalones hasta lo que parecía un gran salón. Allí pudo ver, entre muchas gente, a José, que hablaba con unos hombres acerca de una remodelación de los jardines.
—¡Vaya, Ice! Por fin te despiertas, menudo dormilón —le dijo en cuanto se le acercó.
—¿Cuánto llevo durmiendo? —quiso saber el mago.
—Dos semanas, se notaba que necesitabas descansar. Tu cuerpo y tu corazón ahora están más vivos.
—¿Dos semanas? ¡Oh, madre mía! ¿Y Santi? ¿Sabes algo de él?