Pvo General
Sentía que su vida era aburrida, se había casado a los 20 años ya que sus padres la habían comprometido con un hombre millonario que le ganaba con más de 20 años, ni siquiera sentía amor por él, solo se había casado por responsabilidad y no por amor o cariño.
Ahora tenía 26 años y sentía que su vida no podía ser más aburrida, tenía miles de joyas, ropa, autos, todo lo que cualquier persona podría desear en su vida.
Pero para Samantha Puckett eso era insignificante, el hombre con el que se había casado era tan aburrido y como siempre era una monotonía la que vivía con él, la mayoría del tiempo la pasaba de viaje y ella tenía que estar sola en la gran mansión de su esposo.
Se encontraba sentada sobre las sabanas de seda de su enorme cama matrimonial, se levantó acercándose al gran espejo con marco de marfil que se encontraba cerca de donde estaba parada, Frente al espejo miro a una chica de 26 que parecía ser mayor, no parecía ser la chica de 18 años a la que le brillaban los ojos y gozaba de su vida de soltera, frente a ese espejo se encontraba una mujer con cabello rubio rizado que llegaba un poco debajo de sus hombros, ojos azules , un rostro tan pálido que ni siquiera tenía color en las mejillas o en los labios, no era para nada esa chica de 18 que sonreía todo el tiempo, de cabello largo y rizado, con mejillas sonrosadas y labios rosas, esos años casada con ese hombre le habían quitado su juventud , su alegría y el brillo de sus ojos.
Un largo suspiro salió de sus labios y desato la bata rosa de seda fina que tenía dejándola caer al suelo y quedando solo en ropa interior frente al espejo, su cuerpo había cambiado bastante, ahora era más delgada ya que para ser una dama fina y de sociedad tenía que ser delgada y no curvilínea como era antes cuando comía todo lo que quería sin preocuparse por su peso, ahora solo comía cosas sanas.
Ese era uno de los dias en los que mataría por una hamburguesa con papas fritas.
Levanto una de sus manos y miro el anillo de matrimonio de dimanantes que se encontraba en su dedo, negó con su cabeza y dejo caer esa mano hasta dar en su pelvis, se miró de nuevo en el espejo y algo llamo su atención, bajo un poco su ropa interior dejando al descubierto un pequeño tatuaje en su pelvis con la letra "F" , una sonrisa se formó en su rostro al ver eso, tenía años que no le ponía atención a esa parte de su cuerpo en donde tenía grabada esa letra.
-Freddie – susurro ella con una sonrisa, su mente viajo al primer momento en que se había topado con esos ojos color chocolate, tenía 16 años cuando se había enamorado como loca de ese chico que estudiaba junto con ella en la preparatoria, cuando él le había confesado su amor por ella , sentía que su vida no podía ser más feliz, él había sido el amor de su vida, su primer amor, su primer beso y sobre todo su primera vez, el tiempo que había pasado con él había sido el mejor de su vida, se sentía tan libre, tan llena de vida cada vez que se encontraba con él, sus ojos brillaban cada vez o cada momento que pasaba junto a él, ese tatuaje se lo había hecho a los 18 años, justo cuando habían cumplido 2 años de ser novios, ese era su recordatorio de que jamas se olvidaría.
Pero las cosas se habían complicado para los 2, los padres de Sam jamas habían permitido que los 2 estuvieran juntos ya que habían comprometido a su hija con el hijo de su millonario amigo, sin importarles que este fuera más de 20 años mayor que ella.
