No puedo decirte querido porque realmente no lo eres, pero creo que has sido tú solito quien se lo ha buscado.
¿Cómo pudiste ser tan malo? Es que a mí no me sale ni hacer una jugarreta. Siempre se me queda el reconcome y no, no puedo. Pero, en cambio, tu podías cargarte a miles de pobres judíos y tan pancho te quedabas, amigo. ¿Por qué no les respetabas? Tenían su derecho a vivir. Es como ahora los yihadistas, que hacen cosas porque supuestamente Alá se lo dice. Y yo, que soy atea, cojo y respeto a la gente que cree en Dios. Que sí, que me parece una enorme tontería, y ellos ya lo verán cuando se mueran y solamente puedan oler la tierra húmeda cuando llueva sobre sus tumbas.
Y bueno, qué, solamente un huevo, ¿eh? Pobre de tu mujer. Que por cierto, se rumorea que no os pegasteis un tiro y que huisteis como dos cobardes a Sudamérica. Ahí fue cuando viste lo cabronazo que eras, ¿no? Porque otra cosa no se me ocurre. Es que hay que ver, Adolf.
Y lo peor es que aún siguen nazis por ahí, dando la vara. Qué pesadilla. Y todo por tu culpa. Qué poca vergüenza. Pero, a diferencia de ti, a mí hasta me da cosa que te gatas pegado un tiro. A tu eso fijo que te la sudaría.
No te voy a contar nada de mí porque tampoco mereces eso, pero sí que te voy a utilizar cuando me quiera desahogar. Pero desahogar en plan cabreo, no es plan de contarte mis penas. Te voy a usar a ti y a Franco. Sí, a ese que tiene el culo blanco. A tu querido amiguito del alma.
Bueno, ahí te quedas. Espero que cuides bien del huevo que te queda, no vayamos a tonterías. ¡Ah! Y antes de que se me olvide, ¿sigues con ese ridículo bigote? Espero que se te haya desintegrado o hayas conseguido afeitártelo. Ojalá.
Con frustración,
María.
13/04/2016.
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Cartas a los muertos.
Non-FictionA veces, los libros nos enseñan cosas, o nos incitan a realizar algo que antes ni pensábamos. Y esto último es lo que me ha pasado a mí. Así que, al leer el libro "Cartas de amor a los muertos" de Ava Dellaira, cogí un cuaderno que tenía en blanco y...