Sueños

Colores

Oscuridad completa, pero a la vez todo se iluminaba a su paso.

Todo era una fiesta para ellos, corrían por las calles sin darle importancia a quiénes miraban. El mundo era suyo, la vida al fin les daba buenas señales y no querían desperdiciarlo.

Él era frescura, paz. Esa sensación que uno tiene al despertarse, esos primeros segundos que son tranquilos, como si ningún problema anduviera molestando en nuestras mentes. Era transparente como el agua, brillante como el Sol.

Ella era una bomba, siempre a punto de detonarse. Era fuego, era rojo pasión que solo lograba volverse rosa si se encontraba junto a alguien. Cambiante, lloraba y reía, podía ser feliz y triste en la misma medida.

Se subieron a los techos de los edificios que la fiesta iluminaba, se trepaban en los árboles con tanta energía que podían derrumbarlos. Extasiados, enamorados.

O eso al menos él creía.

Así era, hasta que vio como aparecía aquel. Aquel hombre que le había roto el corazón a su amada, junto con sus dos amigos infaltables, a quienes les faltaba de todo. Eran los tres mosqueteros del sufrimiento, de la vergüenza ajena. Quienes creían ser los mejores, pero solos se decaían por cualquier mínima decepción que les llegaba a sus corazones. Aquel era azul como la decepción y gris como una vida desgastada y pobre.

Ella, ciega ante lo que tenía enfrente, se despidió con un beso de él, y corriendo se acercó a aquel. Quien decía extrañarla, quien decía que nunca había podido olvidarla. Ella creía en sus palabras, como si fuera la primera vez. Como si nada de lo que los había distanciado hubiese interrumpido los sentimientos que escondió durante tanto tiempo. Se fue transformando en un rosa pálido, casi blanco. Un rosa sin vida, pero rosa al fin.

Se encerraron en un sótano sucio, a Dios sabe qué, donde dicen que se esconden los más tediosos secretos de las personas más débiles.

Él dejó de ser luz, dejó de ser paz. Se volvió azul, quizás así lo llegará a desear.