Yûki era un chico nuevo en el pueblo, había llegado hace escasas semanas, su madre lo apuntó en la escuela de dibujo para que no se aburriese en su casa.
Al día siguiente era lunes y primer día en la escuela de dibujo, Yûki estaba nervioso puesto que era una persona muy tímida y tenía dificultades para relacionarse con los demás, pero ese día fue especial.
Yûki al entrar en clase saludo a la profesora, y se sentó en una silla junto a otro joven estudiante llamado Ren, ambos empezaron a entablar una conversación de la que saldrían siendo muy buenos amigos. Ese día en el recreo Ren y Yûki se sentaron en la misma mesa y siguieron hablando, al finalizar el día Yûki y Ren se despidieron y se intercambiaron los números de teléfono, para poder seguir hablando desde casa.
Yûki sobre las 16:30 recibió una esperada llamada de Ren, habían pasado dos horas y Yûki y Ren seguían hablando, la madre de Yûki al observar lo feliz que se encontraba su hijo con esa llamada, decidió preparar una merienda doble e invitar al amigo de Yûki.
Yûki al enterarse de la noticia empezó a saltar de alegría y a esperar impacientemente la llegada de su amigo.
Esa tarde fue inolvidable tanto para Yûki como para Ren, que no se habían divertido y reído tanto desde hace mucho tiempo. A las 20:00 llegó el padre de Ren para recogerle, y ambos se citaron a la mañana siguiente a las 8:15 enfrente del colegio para entrar juntos.
Se había puesto así los cimientos de una fuerte amistad.