El comienzo no tan feliz

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Una fina capa de sudor frio recorría cada palmo de su cuerpo. Eran las siete y media de la tarde. La novia debería haber entrado por la puerta de la iglesia un cuarto de hora antes pero Han Solo seguía en el altar, esperando. Todos los allí presentes ya sabían de sobra que Mia no iba a aparecer, y se miraban alterados, comentando por los bajines diferentes rumores.

El mejor amigo de Han le sonrió desde el otro lado de aquella gran sala. El novio pudo leer como en sus labios formaba un "tranquilízate" y fue ahí, cuando supo que volvería solo a casa.

Ella no iba a venir.

Se había dado cuenta antes. Han no era tonto. Pero en ese momento, lo aceptó. Y dolió. Apretó sus manos y cerró sus ojos. Deseó no tener que abrirlos nunca más. Deseó no tener que seguir conviviendo con esa amarga y dura realidad.

Esa presión en el pecho que asalta cuando te rompen el corazón le había capturado. Se sintió débil. Otra vez se había equivocado. Otra vez le tocaba librar con un corazón roto. O con los pedazos que quedaban de él.

Aun así sabía perfectamente que había males mucho peores, sabía que lo iba a superar y que algún día conseguiría olvidar todo aquello. Ahora mismo era duro, e iba a ser duro durante una temporada, pero iba a pasar.

"No todas las personas están hechas para ser amadas" se dijo a si mismo.

El muchacho se dio la vuelta. Estaba harto de ver como el resto de personas le dedicaban miradas de compasión. Él no las necesitaba. Con o sin mujer él iba a seguir siendo Han Solo, no necesitaba más. O al menos eso le gustaba pensar.

Un fuerte y duro estruendo le sacó de sus pensamientos para dejarlo en un inminente estado de asombro.

La puerta de la Iglesia estaba abierta. Han, vacilante, no se atrevió a mover ni un músculo. La sala enmudeció.

Unas fuertes, claras e indudablemente femeninas pisadas retumbaron por toda la sala. Han aún de espaldas se percató de algo. Aunque decididas y firmes, nunca se acercarían al sonido de los pasos de la mujer que amaba.

-¿Es aquí donde estaba prevista la boda de Mia Trenor?

Entre todas las preguntas que se podían formular, esa sin lugar a dudas era la que el novio menos se esperaba. Se dio cuenta de que no tenía otra opción que girarse.

Nunca lo admitiría, pero si alguna vez pasó miedo, fue en ese instante. Una mezcla de terribles sentimientos se apoderaron de lo que quedaba de él. De esa parte que no le había entregado a Mia.

-Yo soy su padre, ¿Qué ocurre? ¿Se encuentra bien?- La voz de el que iba a ser el suegro de Han sonó dolida y fue eso lo que le hizo atreverse a mirar.

Se encontró con una joven policía. Con una mirada de compasión profunda que le dedicaba al padre de la novia. Mientras la mujer le comentaba al Señor Trenor que deseaba hablar con su familia a solas le dedicó una mirada a Han. Le examinó de arriba a abajo y entendió que él iba a ser su esposo.

-Acompáñeme usted también señor.

Aquel fue el instante en el que Han dejó de ser Han.

Esta vez el muchacho no sacó fuerzas de ningún lado y se limitó a seguir a aquella policía por el pasillo de la Iglesia, imaginándose como habría sido ver a Mia caminar por ahí, con su elegante vestido blanco. O al menos haberla visto

-Lamento informarles que hemos encontrado el cuerpo inerte de Mia Trenor

La frase siguió. Los familiares de Mia rompieron a llorar. Han paró de escuchar. Sus oídos fueron taponados por la amarga sensación de que su mundo se desmoronaba. Intentó prestar atención a aquella comisaria, quien le daba detalles de la muerte de Mia a sus familiares.

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2016 ⏰

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