2015: HUIDA DEL PARAÍSO

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Cuando el muchacho se disponía a desactivar la bomba, Fox escuchó detrás de sí el sonido de varios subfusiles martillándose con fuerza. Ambos se giraron con los brazos levantados y las palmas al descubierto. En el rostro del chico se reflejaba un miedo evidente. Sin embargo, en el caso de su compañero, parecía la viva e imperturbable imagen de la indiferencia. O al menos, así fue hasta que sus penetrantes ojos grises contactaron con él... 

Mientras los cíborgs paramilitares les apuntaban, una figura misteriosa posaba delante de ellos enfundado en una gigantesca capa, con los brazos cruzados y una actitud arrogante. Aún si no hubiese formado parte de su pasado, su aspecto era tan icónico que lo habría reconocido a un kilómetro.

—Simon Hayes... —escupió Fox en un susurro lleno de odio—. Maldito bastardo.

El gorro militar soviético y la máscara impedían hacer reconocible el rostro del terrorista, pero algo le decía que en su interior estaba sonriendo. Observando en la dirección donde se suponía que debía de estar su semblante, sólo vio un reflejo distorsionado de su propia cara, percibiendo así sus rasgos cargados de ira. En anteriores encuentros le confesó que su máscara había sido diseñada así a propósito con el fin de que sus víctimas vieran los gestos que realizaban justo antes de morir. Sin duda, un psicópata con el que debió acabar hacía muchísimo tiempo.

—Comandante Muerte —corrigió, sorprendiendo así al muchacho la grotesca voz que salía a través de su sintetizador—. Sabes perfectamente que ya no respondo bajo el nombre de Simon.

El mercenario apretó los dientes, continuó fulminándolo con la mirada.

—Sin importar como te hagas llamar, eso no cambia absolutamente nada. Sigues siendo un miserable y un cobarde que se esconde detrás de sus hombres.

—Fox Stamper... me sorprende verte por aquí. Oí que habías muerto.

—Los informes sobre mi muerte fueron algo exagerados.

—Eso puede subsanarse. Sigues tal y como te recordaba: idiota, moralista y un hipócrita que se esconde bajo el espejismo de lo que consideras tu código de honor. ¿Qué pasó con aquello de que no volverías a servir al tiránico gobierno de los Estados Unidos de América? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—No lo sé, colega —intervino de pronto el chico. Con sarcasmo, se esforzó en imprimir un tono petulante a su ya de por sí molesta voz—. Tal vez tenga que ver el hecho de que hayas amenazado con destruirnos a todos antes de que naciéramos. Es muy posible que eso haya influido en su decisión, digo yo.

Sin molestarse en dirigir su vista al niño, el terrorista se limitó a señalarlo y le dijo al mercenario:

—Te aconsejo que le enseñes a tu cachorro a cuidar su lengua. Quizás no se ha dado cuenta de cómo es vuestra situación actual.

Fox Stamper se mantuvo en silencio. La tensión se palpaba en el ambiente. Al final, aquel infame continuó con su perorata.

—Puedes juzgarme cuanto quieras, pero al menos sirvo a una causa. Dime, ¿de qué año provienes?

—¿Acaso importa?

—No, tienes razón. Lo cierto es que has sido una molestia casi desde el primer momento en que nos conocimos. Viéndote me doy cuenta de que todavía eres muy joven como para que aún haya sucedido. Sin embargo...

El Comandante Muerte se acercó, le asestó un puñetazo tan fuerte sobre la mandíbula que terminó por derrumbarse. El chico gritó ante el inesperado golpe.

—¡Considéralo el pago por detenerme, mamonazo! —exclamó el terrorista—. ¿Tienes idea de lo difícil que fue para mí dominar este sitio sin los recursos necesarios? ¡He tardado años, Fox! ¡Muchos, muchos años!

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2020 ⏰

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