I. Bienvenidos

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— Me complace darles la bienvenida a la casa. Supongo que ya se han conocido, ¿no?

Los chicos miran a su alrededor y niegan rápidamente.

— Bueno, eso está bien. Que no haya mucho contacto desde el principio facilita el juego.

— ¿Y en qué consiste ese juego?— Pregunta Lucas, como si hubiese leído la mente de todos los presentes de la sala.— Y, ¿quién es usted?

—Mi nombre realmente no importa. Sólo soy un señor que se dedica a mandar cartas con la  invitación al juego. Sobre el tema de en qué consiste el juego: No puedo decirles qué va a pasar, ni qué van a tener que hacer; yo no tengo criterio alguno sobre eso. Pero si puedo darles una breve idea de qué necesitan.

Nadie habla. Escuchan atentamente al hombre que está dando vueltas a la larga mesa en la que están sentados. Su mirada está perdida y,  parece como si tuviera un botón de repetición con esa misma conversación, como si supiera lo que van a decir antes de que ellos mismos lo piensen.

— Tomaré el silencio como que quieren ese pequeño resumen. Este juego no es como todos. Necesitan fuerza, inteligencia, rapidez, astucia... Pero, hay algo que puede hacerles ganar sin poseer ninguna de las otras. Mente fría. No tener compasión, no pararse a pensar mucho en las opciones restantes. Un poco de mente fría puede salvarles la vida en ocasiones extremas, proporcionarles la victoria.

— No tener compasión. Dios mío, esto es de locos.— Charlie fija la vista en Valerie, la chica que ha hecho el comentario y que ahora ríe a carcajadas.— Yo tengo una pregunta. ¿Quién es Abigail?

— Abigail es quien os ha escogido uno a uno. Es la creadora del juego.

— Está bien, pues quiero hablar con ella. — Responde cortante.

— Oh, señorita Valerie, me temo que eso no es posible. No puede querer hablar con Abigail y esperar que ella le responda. Sólo hay una forma de hablar con ella: que ella así lo desee. Aunque hay una manera de comunicarse con Abigail cara a cara. El Abtorium. Llegue a él y podrá decirle todo lo que desee.

— No creo que eso sea una buena idea. Según las normas, "si llega al  Abtorium, nunca abra los ojos". ¿Cómo va a hablarle sin saber si está allí? — Comenta Álvaro.

— Bueno, no tiene por qué, pero, me alegra que se haya leído las normas. Como habrán visto al acceder, hay banderas amarillas más allá de el río y el bosque. No pueden pasar de ahí, sería el incumplimiento de las normas que llevaría al fin del juego para la persona.

Va hacia la  puerta lentamente bajo la mirada curiosa de todos. Justo cuando llega, sujeta el pomo dorado con delicadeza y dice en voz baja:

— Una última advertencia: no intenten abandonar el juego. Abigail decide quién se va, quién se queda y quién no vuelve. Buena suerte a todos. Siéntense y relájense, el juego empezará mañana a las seis de la mañana.

{...}

— "Quién se va, quién se queda y quién no vuelve".

— No se tu nombre pero, seas quién seas, ¿puedes parar de repetir eso? Me entran escalofríos. — Pregunta Bonnie con desagrado.

— Me llamo Charlie, preciosa.— Responde el rubio con una media sonrisa.

— No me lo puedo creer. Ese tío nos acaba de dar un discurso como si estuviera... — Comienza Blanca con voz de desagrado.

— En repetición. Como si fuera una cinta que se repite cuando termina. — Termina Álvaro. 

Llevan horas en silencio, con pequeños descansos para debates sobre Abigail. Algunos de ellos creen que es todo verdad, que deberían seguir las normas y ver que sucede al final. Nos quitaremos la duda de la cabeza cuando acabemos con todo esto, ¿verdad? Fue la última frase que se pronunció en la sala, ya que llegaron personas vestidas de morado berenjena con grandes mesas dirigidas mediante ruedas. Esas están llenas de platos con comida y las colocan en la gran mesa rápidamente. 

Otra vez, todo parece programado. Las expresiones faciales de los sirvientes, que no muestran ningún rastro de cordura; los platos servidos en la mesa de forma ordenada, clasificados por nombres y cada uno con un menú distinto en ellos; la forma de salir del gran salón, sin ningún contacto visual, como si sus ojos estuvieran retenidos y sus bocas cosidas. 

El primero en tomar la iniciativa es Angel, que recorre la mesa buscando un plato con su nombre. Una vez que lo encuentra, se siente y empieza a comer. Poco a  poco, todos siguen sus pasos y terminan cenando en silencio, con algunas bromas por parte de Charlie. 

- Entonces, ¿de verdad eres modelo?- Pregunta Atta con admiración y ojos brillantes. 

- Sí, empecé desde muy pequeña.- Contesta Olympia.-  Tengo una sesión de fotos en París dentro de dos días así que espero que esto no dure mucho. 

- Habíamos dicho que nada de hablar sobre el juego. Hay muchas normas en esta casa así que no empecemos rompiendo una tan simple como esta. - La voz de Angel era dura y ronca. 

Valerie está terminando su plato. Un perfecto menú vegetariano y un frío zumo de naranja recién exprimido. Sigue moviendo los últimos trozos de comida de un lado a otro hasta que ve una mancha con forma de "h" en la vajilla. Introduce el tenedor repleto en su boca y lee atentamente el mensaje. 

- Dios mío. 

Valerie tose, parece que se atraganta. Sus ojos se abren y  su cuello se dobla de una forma muy antinatural, convulsionando. Sus uñas pintadas de rojo se aferran al delicado mantel, haciendo que algunos hilos salten. Elijah y Victoria, los dos sentados a su lado, intentan ayudarla, pero es demasiado tarde. La cabeza de Valerie ha caído sobre el plato y su cabello anaranjado ondea como una bandera por el filo de la mesa. 

- No respira. - Pronuncia lentamente Elijah. 

- ¿Eres idiota? ¡Pues claro que no respira!- Grita Bonnie levantándose de su asiento.- ¡Se estaba ahogando! 

Varios de los presentes se acercan hacia la chica muerta. Ayden, con manos temblorosas, coge la cabeza de Valerie y la aparta del plato. Con un cuchillo, aparta la espuma del plato que proviene de la boca de la víctima. 

- ¿Me crees ahora, pelirroja?- Ayden levanta la vista y mira a todos los chicos.- Firmado "A". 

Con la punta de los dedos roza la perfecta caligrafía, extendiéndose hasta el borde del mensaje. 

- Es una pegatina. 

Haciendo uso del cuchillo, despega el papel y cae de rodillas al suelo, haciendo un estruendoso ruido al dejar caer el cuchillo. 

Con la misma caligrafía, pero esta vez de color rojo en lugar de negro, se lee:


Si no queréis seguir los pasos de Valerie vais a tener que jugar mucho mejor.

                                                                                                                                                              -A.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2017 ⏰

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