Inicio y fin

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¡Ya te dije que me lo encontré!

¿Qué? No entendí, dilo otra vez. ¿Acaso estás hablando dormida?

¡Claro que no! ¡Hablo en serio! ¡Te digo que me lo encontré!

¿Qué fue lo que te encontraste?

¡Un chico que puede luchar contra los extraterrestres!

Pasó en una tarde lluviosa, entre vidrios, hierros retorcidos y girasoles. Nuestros destinos colisionaron y la vi por primera vez...

Ya han pasado cuatro meses desde ese día. Hace calor, pero claro, eso es normal. Estamos en verano, después de todo. Lo odio, lo odio enserio. Pero el campo de girasoles es tranquilo, y me gusta el sonido de las chicharras, se mezcla bien con el del vidrio. Sí, es como vidrio rompiéndose. Los extraterrestres estallan como el cristal de las botellas. Y hoy voy a romper una nueva.

Te he dado tantos golpes y aún sigues de pie. Qué persistente eres. Sin embargo, al parecer, soy el único que puede luchar contigo...

Hace cuatro meses, el planeta Tierra fue invadido por los extraterrestres. Aparecieron una tarde, destruyendo todo a su paso, dejando una estela de muerte detrás de sí. Sí, aparecieron una tarde con una gran explosión y el sonido del metal doblándose. Aparecieron y la sangre fluyó. Pero también apareció ella con los girasoles.

Aunque es extraño, los extraterrestres llegaron de repente y desde ese día sólo han hecho algo: mandar a uno solo de ellos por día para luchar contra mí.

No entiendo el motivo. Tampoco hay algo claro... pero hoy también estoy luchando.

¡Súper Gio-patada! —digo y lanzo mi mejor golpe. Esta vez es uno grande, bastante. Me está constando acabar con él. Esquiva mi patada y me ataca. Rayos láser, eso no es bueno, me salvo por un pelo. Pero tropiezo y me golpeo contra él. Nuestras cabezas chocan, para ser más exacto. Duele, duele mucho, pero al menos acabo de oír el sonido; sí, el sonido del cristal partiéndose. Vuelo y la gravedad me atrae contra el suelo. Ahora mi cara acaba de golpear otra cosa dura, mi boca se llena de pasto y tierra. Puedo imaginar los trocitos de mi contrincante brillando con el sol del medio día, mientras flotan y se desvanecen. Y luego el silencio del campo, y las chicharras. Eso es bueno, ya he terminado mi trabajo por hoy.

¡Gio! ¿Te encuentras bien? —alguien grita y corre hacía mi. Ella. Ella que brilla más que los trocitos de mi contrincante con el sol del medio día.

Sí, estoy bien. A propósito, ¿viste mi nueva técnica? —digo y levanto el rostro. Su figura se recorta de un fondo brillante. Su figura que llena mis ojos. Parece preocupada. Me mira con seriedad—. El "Súper Gio-cabezazo" —digo para romper el silencio.

Creí que era la "Súper Gio-patada". Ah, tienes los ojos llenos de lágrimas, parece que el golpe dolió un poco—dice y me toca la punta de la nariz. No es justo, uno no puede portarse genial con ella cerca. Corro, me alejo, tropiezo y caigo. Maldigo, grito una grosería y me calmo. Me levanto y vuelvo hasta donde ella se encuentra—. Sí que tienes mucha energía hoy, Gio.

No estaba llorando, no dolió ni un poquito.

Fingiré que es verdad—me dice y ríe suavemente.

¡Es la verdad!

Sus manos vuelven a acercarse, acaricia mi cabello y me envuelve con sus brazos. Ah, es tan cálida.

Hoy también has hecho un gran trabajo. Gracias, Gio.

Sonrío y aspiro el perfume a flores, jabón blanco y sol.

El chico que podía luchar contra los extraterrestresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora