El Secreto bajo la Ola. (Terminada)

Parte 1: El Calabozo.

El primer pensamiento en mi cabeza es que estoy completamente jodido. Ahora no sabía cuál sería mi destino. De hace ya cuatro horas que estaba encerrado en el más oscuro calabozo de este mugroso castillo, esperando a que vinieran y me colgarán o me mataran de una vez. Todo por un maldito error, y por el estúpido del comandante Sproud y su estúpida emboscada. De seguro el maldito desgraciado debe estar de lo más feliz.

Lo único que podía escuchar era el sonido de las olas golpeando una y otra vez contra las rocas y eso me tenía completamente loco. Me acerqué a mirar por la pequeña ventana que había ahí por enésima vez (la cual también era la única fuente de luz que había en este agujero de mala muerte) y todo seguía igual: el mar, indomable, potente y majestuoso, golpeando contra las paredes de más abajo, algunos pelícanos parados en las piedras verdes por culpa de las algas, tratando de alcanzar algunos de los peces que ahí se encontraban y ni rastros de alguna persona la cual pueda ayudarme a salir de este horrible y apestoso lugar.

De repente se escucharon pasos pesados y el sonido de unas llaves, así que me moví de la ventana rápidamente, provocando que las cadenas que estaban rodeando mis muñecas emitieran un tintineo, y me aproxime a los barrotes.

-Vaya, vaya. Miren que tenemos aquí.-Dijo el guardia, rechoncho y de estatura pequeña, con un bigote que cubría casi todo su labio superior. –Pero si es el famosillo de Damon Rule- Me miro con arrogancia de pies a cabeza. -Ya era hora de que llegara tu fin, como la estúpida sabandija que eres-. Abrió la condenada celda y tomó bruscamente mi brazo, sacándome a empujones.
-¿No tienes nada que decir? –Dijo con tono de burla y cerró la entrada de la celda, segundos después me guiaba por el interior del castillo hacia el muelle central.

-Supongo que es un buen día para que muera una gran leyenda y un hermoso rostro como este-Dije presumiendo, mirando hacia el cielo con una sonrisa. El cielo pasó de estar radiante, con un gigantesco sol, a completamente gris, lleno de nubes. Todo andaba según el plan.

Esta vez yo me di el lujo de mirarlo con arrogancia y pude ver como su cara se iba poniendo roja de ira contenida.

-Eres solo un maldito pirata muerto de hambre. ¡Hasta tu insignificante tripulación te abandonó! Ya no te queda nada. Estas solo, completamente solo.-Soltó con malicia, enfatizando la última palabra y me dejó casi al final del muelle, en frente a un gran tumulto de personas entrometidas, sin nada mejor que hacer que mirar una ejecución; y frente al verdugo, quien miraba su hacha con verdadera devoción mientras la afilaba con una roca. Un escalofrío recorrió mi cuello y trague fuerte. Quería con todas mis ganas que mi cabeza se quedara en su lugar.

Si no funcionaba este maldito plan, estaré completamente muerto.

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