Y volvió a ocurrir,
de nuevo su enfado conllevó a mi desolación...
Esta vez no quise proseguir, directamente abandoné la batalla en su inicio, preferí no pensar en absolutamente nada, ninguna palabra serviría.
Pocas horas más tarde, sin aparecer el sueño,
solo quería llorar, y llorar, y...
solo llorar solo.
No lo hice, y otra vez acostumbrado a tener todas esas lágrimas inundándome por dentro sin parar.
Creo que sé cómo sacarlas fuera antes de que me ahoge, pero va a ser dificil...
como siempre.