Vidas Segundos.

708 48 12
                                    

Aún lo recuerdo, aún recuerdo cómo su vida cada vez se iba demacrando hasta el punto de su muerte. Aún recuerdo cómo me miraba con su último aliento pidiéndome ser fuerte. Aún recuerdo cómo me decía una última vez que me amaba con el corazón en la mano. Aún lo recuerdo...

-Estoy acabando con tu vida. -me había dicho después de notar que ya no asistía a las fiestas de fin de mes con mis amigas, pero no era su culpa, yo quería cambiar, yo quería dejar todo mi tormentoso pasado para ser mejor a su lado, no era su culpa padecer una enfermedad que lo estaba matando con cada día que pasaba, no era culpa de nadie... Pero él no lo entendía.

Éramos un matrimonio joven, en espera de nuestro primer hijo, cuando la noticia llegó. Todo era tan perfecto que nos cayó como un balde de agua fría, en especial a él. Desde entonces no había tomado ni una gota de alcohol y había dejado su vicio por el cigarrillo, ya no disfrutaba de ciertas comidas que le encantaban y su enfermedad no le permitía hacer esos viajes a exóticos países del extranjero que lo llenaban de vida.

-No te dejaré, estamos los tres en esto. Saldremos adelante. -había llorado en su hombro cuando me enteré de su primer intento de suicidio. Después de tres meses de la noticia de su enfermedad, Natsu había tratado de acabar con su vida. Había consumido una cantidad considerable de pastillas pero no pasó nada más allá de la sobredosis, sólo dos semanas en el hospital bastaron para que se repusiera, sin embargo, yo sabía que el deseo de morir permanecía.

Estuvimos felices por un tiempo, aparentamos que nada sucedía hasta que su enfermedad lo atacó por primera vez. Había hecho que su activa vida cayera en una incolora llena de medicamentos y eso era algo que no quería para Natsu. No quería que los días de su vida dependieran de cinco pastillas diarias.

Pero no se dejó caer, quiso mantenerse fuerte para mi, para el bebé que cada vez crecía más en mi vientre, pero sobre todo, para mostrarse a él mismo que podía hasta con las enfermedades.

Seguimos con nuestro matrimonio como cualquier otra pareja normal, tratamos de mantenernos al margen de todos y sin borrar nuestro deseo de ser felices juntos durante varios meses. Lo logramos...

Pero entonces... Otra noticia nos golpeó fuertemente a ambos.

Esta vez, nos cayó como mil toneladas de concreto. Esta vez, ninguno de los dos fue el apoyo del otro. Esta vez, no hubo consuelo para ambos...

Habíamos perdido al bebé.

Lloré, lloré como si mi vida dependiera de ello. Natsu también lo hizo, Natsu también quedó devastado.

La vida que estábamos desarrollando había muerto como día a día también moría Natsu. Pero no fue hasta cuándo perdimos el bebé, que Natsu hizo su segundo intento de morir.

Yo había ido a casa de mi madre, puesto que ya no tenía ánimos para comer y la mayoría del tiempo me encontraba triste, cuando sucedió. Me había llamado uno de mis vecinos anunciando que había encontrado a Natsu desangrado en la cocina.

Afortunadamente... seguía con vida.

Desafortunadamente... Ya no éramos los de antes.

Natsu parecía despreciar su vida y yo parecía haber perdido el sentido de la mía. Casi no nos mirabamos como antes y nos empeñábamos por no vernos la cara. Ya no éramos una pareja, éramos dos personas desconocidas viviendo bajo el mismo techo.

-Aún puedes salvarte. -me había dicho en medio de una cena de silencio-. Yo tengo muy presente que moriré, el doctor me lo dijo hace unos días, mi cuerpo ya no responde a las quimioterapias y mi mente no quiere seguir viviendo. Debes saber que soy una carga para ti, debes entender que si me dejas, podrías salir adelante, sólo debes soltar mi mano. Tú aún puedes salir con vida de este pozo... Tú debes salir de este pozo, por mi y por ti. Debes dejarme y hacer tu vida con otra persona, debes formalizar una familia con alguien que pueda ofrecerte un bebé, porque yo ya no puedo, la enfermedad se ha apoderado de mi cuerpo y sólo te haría mal el arrastrarte conmigo hasta mi muerte.

No quise escuchar lo que sus labios me decían, no quise escuchar como me hacía una petición de muerte, simplemente no quise aceptar que moriría. No quise escuchar como de un momento a otro mi vida había caído al pozo de donde Natsu no quería salir.

-No morirás. -tuve que gritarle para que parara con la sentencia de su muerte, pero sabía que trataba de hacerle creer que viviría hasta que su corazón se cansara de latir, lo que no sabía era que su corazón se había cansado desde la noticia de su enfermedad.

Volvimos a mirarnos con pena y de vez en cuando con suplica, lo necesitaba como nunca antes lo había hecho pero él se necesitaba más a sí mismo como para pedirle que fuera mi soporte para así llorar como si nada estuviera pasando.

El me amaba, me lo repetía siempre que las cosas parecían ser cada vez peor entre nosotros y yo también lo amaba, lo amaba como si ninguna enfermedad mortal se interpusiera entre nosotros, pero eso no le bastó para tratar de quitarse la vida por tercera vez.

Esta vez, se había encargado que nadie que lo conociera estuviera cerca, esta vez su intento había sido silencioso y hubiera sido eficaz sino fuera por mi.

Él vino llorando a mi, ya no podía caminar como antes lo hacía, su espalda siempre estaba arqueada y en su rostro siempre se reflejaba la muerte. Estaba tan débil como antes, inclusive lloraba como antes, pero que viniera a mi indicaba que algo había pasado.

Entonces me confesó que planeaba acabar nuevamente con su vida, me confesó que estaba a punto de presionar el gatillo cuando un recuerdo de nuestra boda lo invadió. Me pidió perdón por tratar de dejarme, me pidió perdón por alejarse de mi después de que nuestro bebé muriera, me pidió perdón por todas las veces que trató de suicidarse, e inclusive por estar enfermo.

Y justo cuando creí que las cosas entre nosotros ya habían mejorado, él, con la vida en un suspiro, se acercó a mi y me besó para después decir:

-Gracias. -no lo comprendí al instante, sólo me limité a asentir mientras veía como con su último respiro me besaba y me susurraba una última vez que me amaba.

Esa noche Natsu murió, esa noche Natsu se fue a un mejor lugar y se alivió de su enfermedad en un mundo mitológico, esa noche su dolor cesó y su preocupación se esfumó.

Esa noche él fue libre...

Años después de su muerte, conocí a un hombre, un hombre que me recordó la persona que Natsu era, un hombre que me hizo revivir lo que años atrás se había muerto junto con el Dragneel... Un hombre con el que ahora he formado una familia.

Ahora, con dos hijos y un esposo, comprendo lo que el Dragneel quería decir con ese último gracias. Ahora, después de tantos años comprendo lo que yo fui en su vida. Ahora comprendo lo agradecido que él estaba conmigo por llenar su vida de color cuando sabría que moriría.

Según su madre, sabían que él estaba enfermo desde que tenía doce años. Él sólo quería vivir como una persona normal y dejar su rastro en la humanidad con una familia... Yo era su familia. Él sólo quería encontrar el amor aún después de saber que no viviría mucho. El quería encontrarme y lo hizo; me encontró... Nos encontramos.

Ahora, estoy parada frente a su lápida con una pequeña carta, con unas cortas palabras que le hubiera encantado escuchar:

-De nada. 

Sad short's.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora