¿El inicio de todo?

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Los ojos de María podrían ser descritos como una noche sin luna, ya que guardan un misterio por descubrir, un misterio que no necesita una luz para darte el camino a ser descubierto, porque los misterios que ella oculta, son sólo eso, misterios, ya que nunca podré descubrirlos.

Me resultaba y, hasta el momento, me resulta cómodo el ver sus fotos. No por el hecho de sentir algo por ella, ni por el hecho de sentir alguna obsesión hacia ella, ni por algún mal motivo hacia ella, sólo por el hecho de que me encanta, hasta cierto punto, como es. Cada vez que sube una nueva foto a su perfil, entro a verla y comienzo a ver las pasadas, observar los comentarios de los demás, preguntarme de que forma la verán y como la llegaron a conocer. Cada foto que sube guarda una historia, una película, un libro, un poema, una canción, un cuadro de arte, el ser humano. Aún me sorprende el hecho de que nuestros caminos se hayan cruzado y ambos pudiéramos ser, simplemente ser y nada más que ser. 

Aquel invierno (digo invierno porque fue en el mes de febrero aunque hacía calor) fue cuando mi mejor amiga, Ada, me contó que existía esta ''peculiar'' chava, que de cierta forma la relacionaba conmigo por el simple hecho de que escuchaba el mismo género de música que yo. ''Es como tú, escucha esa música rara y te conviene, ¡canta muy bonito!'', oh, claro, esa era otra de las numerosas virtudes que conforme la conocía le iba encontrando. Su voz no tenía límite alguno en cuanto a interpretar la melodía que ella se propusiese. Y esto lo procesé después de varios años cuando comenzó a imitar la voz de Yolandi Visser y a mandar mensajes de voz diciendo mensadas. El punto es que gracias a Ada, comencé con un nuevo capítulo en mi vida.                                                                                 Esa tarde llegué a mi casa, busqué su Facebook, le hablé y vaya química con la que nos comportamos. Llegamos al acuerdo de vernos el siguiente día en el receso y así fue como la conocí. Ahí estaba ella, parada frente a mí, unos centímetros notables más chica que yo, un chongo con pelo despeinado, cara ovalada, ojos cafés, labios pequeños, pero marcados y con una diminuta cortada en un extremo de estos, casi invisible a simple vista, cejas semi-pobladas, complexión física delgada y una carisma todavía más adorable en comparación a la que me había presentado por mensajes. ''¡Hola!'' me sorprendió con una sonrisa en su cara, y me congelé, como era de esperarse ''Hola, oye podríamos vernos después esque ya es la formación y me pueden regañar'' vaya respuesta, felicidades, lo lograste campeón ''Si, no hay problema, debí verte más temprano, gusto en conocerte'' y de igual forma, con esa sonrisa, fue a su fila y me dejó boquiabierto ''Uhh, Alan ya consiguió novia'' Angel me dijo mientras pasaba a mi derecha. 

¿Quién diría que con el paso del tiempo terminé siendo su novio?

Poco me duró el gusto porque comencé a experimentar una especie de sentimiento de arrepentimiento el cual nunca había sentido en mi vida. Lo que siempre, siempre, siempre, siempre, siempre me cuestionaba y sigo cuestionando es ¿Por qué sentía algún tipo de arrepentimiento si nunca hice nada malo? Dios, sólo fui su novio. Es raro lo sé, pero más raro el hecho de que me volviera a enamorar cuando ''terminaramos'', volviéramos mi sintiera de nuevo así y así hasta completar tres ciclos, o tres veces que terminamos, todo, en tres semanas. 

Pasó el tiempo, en el desfile de primavera cantó ''Luna'' de Zoé, mientras lo hacía me miraba desde el escenario, sentía que cada palabra que pronunciaba era para mí, me sentía el elegido, el aire venteaba lo cual ayudó más a sentirme así, todos decían que esa anción la había cantado para mí y yo me la creí, cosa que aún sigo creyendo. 

Se consiguió un novio, en ese momento me sentí demasiado triste, llegaba a mi casa y lloraba, casi no hablaba con ella, en fin una súper historia cliché de amor. Después, terminaron...

Pasaron los días y ¡wow!, un día salimos al cine. No quiero decir ''Vimos Thor: El Mundo Oscuro'' porque en realidad no la vimos. La escena era algo así: Todo estaba oscuro, la película presentaba escenas oscuras, María me abrazaba del brazo, yo la abrazaba, sólo existíamos en ese momento yo y ella, nada más, de pronto no hubo espacio entre nosotros, eramos, sólo eramos. Nuestros labios se conocieron, ahora sólo eran nuestros labios, los míos querían algo rápido, apasionado y fugaz, los de ella, algo lento, que se diera a desear y romántico. De pronto volvimos a la sala y en ese momento me di cuenta de el sentimiento que sentía por ella. No era amor, no era deseo, no era amistad, no era ninguna etiqueta. Sólo era un sentimiento. Un sentimiento. Sentimiento.

Todo se vino abajo el último día que la vi en la secundaria. Ya habían pasado días de no haberla visto, todos hablábamos de las posibilidades por la cual dejaba la secundaria para inscribirse de otra. Había demasiadas posibilidades, eran demasiadas, era ella. ''¡Está en la entrada despidiéndose de Mayra!'' alguien gritó desde la puerta del salón. Era verano por lo que no teníamos maestros, ya que las clases sólo eran rallys deportivos y entregar trabajos finales. Salí corriendo del salón y deje a mis amigos. Los rayos del sol chocaban contra mi rostro y no me dejaban ver más allá del área central de la secundaria. Pasé las escaleras, los muros que sostenían el techo de metal, el juego de voleyball que tenía enfrente y luego la vi. El sudor bajaba por mi cara, me faltaba el aliento, seguí corriendo, pero ya no importaba, ya no importaba porque ella se encontraba en la salida. Para cuando paré de correr estaba arriba de su camioneta, giró su cara, me miró, su sonrisa tomó una posición contraria y me dijo adiós. 

Adiós experiencias, adiós sentimiento, adiós ser gemelo, adiós felicidad, adiós, adiós María. 

El Viento Que Corrió Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora