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Me encontraba acostada, con el celular en la mano, viendo todos los comentarios que mis dos últimas imágenes habían recibido, se que había dicho que no quería que Aaron se diera cuenta de mi embarazo, pero estaba cansada de ocultarme, quería poder mostrar lo lindo que se siente tener un pequeño ser creciendo dentro de ti, símbolo del amor que tuviste con una persona. No me importaba nada, solo quería poder ser feliz con mi bebé.
Me pare para poder ir al baño, últimamente con esto del embarazo me estaban dando muchas ganas de ir al baño, cuando salí de hacer mis necesidades, camine rápido hasta mi cama, ahí estaba mi celular sonando, lo conteste sin ver, quien era el que estaba llamando.
— Hola, acá yo, ¿quién por allá? — reí suavemente.
— ¿Helena, eres tú? — escuché como una ronca voz, al otro lado de la línea.
— ¿Con quién estoy hablando? — cuestione.
— Con Aaron, bonita — respondió riendo.
— ¿Qué es lo que quieres? — cuestione, tratando de sonar molesta.
— Hablar contigo, ¿no es obvio acaso? — río, y yo me sentí desfallecer.
— Es que acaso no te quedo claro, que nunca más quería hablar contigo en mi vida ¿eh?— soné molesta.
— A mi no me importa lo que tu quieras, no quieras hacerte la inocente, sabes que debemos hablar seriamente — sonó serio, sabía que estaba molesto.
— No hay nada de lo que debamos hablar, debes de entenderlo — susurré, quería llorar.
— Sabes que sí, nos vemos en nuestra casa, a las 6 pm, llega puntual — susurró por igual.
— Tienes que estar soñando que... — escuché el sonido de la línea cortada al otro lado.
Él me había colgado, sin esperar mi respuesta, tenía una decisión muy clara, y sabía que iba a arrepentirme demasiado por esta decisión, pero era lo mejor. Sabía que debía ir a la casa.
Comencé a alistarme, ya eran las cuatro y media, entre más rápido me alistara, menos tiempo iba a tener de acobardarme, cuando terminé de arreglarme, salí de mi habitación, y caminé hasta la cocina, para poder tomar algo de beber, observé el reloj en mi muñeca, y eran las cinco y media, me había llevado una hora alistarme, tomé un jugo de naranja en botella, y unas galletas de avena, aseguré la puerta de mi casa, y salí caminando por todo el pasillo del edificio, llegué hasta el estacionamiento, y busqué mi carro, cuando lo encontré, caminé hasta ahí y me subí.
