Otro día común y corriente para el señor Ramón Acosta, ¿Quién es él? Nadie importante, solo un diputado local que tenía mucho dinero a su poder y como no tenerlo con el jugoso y hermoso sueldo que le daban. "Si el dinero es bien invertido, todos salen ganando" era uno de sus lemas. Ni siquiera era un trabajo en el cual esforzarse, lo que importaba era el carisma que se debía tener con las personas, si les agradabas no había problema y eso era muy fácil para él.
Fue una persona muy apreciada por la comunidad por las supuestas ayudas que daba a los orfanatos, realmente lo daba pero con ello él podía hacer una que otra cosa indebida con los pequeños. Ellos por ser pobres no podían hablar, nadie les iba a creer. Incluso si hablaban daba igual, el diputado honrado pagaría grandes cantidades de dinero para que las notas nunca salieran a la luz. "Con dinero baila el perro y sin dinero bailas como perro" uno de los dichos que siempre se le venía a la mente cuando debía silenciar a personas indecentes.
Cuando llegaba el al orfanato, los niños sabían a qué atenerse, el tener que obedecer a todo lo que les dijera, cumplirle sus caprichos como si fueran una puta barata de burdel, de todas formas ninguno de ellos era puro en ese entonces. Casi rogaban para que no fueran la desafortunada victima que tuviera que acostarse con aquel cerdo. El señor Ramón no sabía a cuál de todos escoger, ya los había probado varias veces y eso le aburría pero de pronto escucho un pequeño llanto en el otro cuarto, le había llamado la atención por lo que se acercó a la puerta notando que en una de las camas había un bebe de aproximadamente 5 meses, era tan pequeño y lindo que aquel hombre sin pensarlo dos veces pidió que esta vez estuviera con la tierna cría. Los demás chicos no podían hacer nada para que eso se evitara, o era el pequeño o el que se metiera moriría.
La encargada algo incomoda le decía que si hacia tal barbaridad, el pobre ser moriría ya que su cuerpo no resistiría pero a ese hombre no le importaba.
--Es solo un bebe, da igual si se muere. -Exclamaba mientras cerraba la puerta del cuarto y se acercaba al pequeño-Mira nada más, tan pequeño y ya será mi nueva putita--
Los niños que yacían afuera del cuarto solo lloraban de impotencia, por desgracia sabían que cuando terminara de hacer esa salvajada, ese niño dejaría de existir.
Mientras tanto Ramón le quitaba de a poco la ropita que cargaba el nene y el sacaba su miembro después de haber bajado el cierre de su pantalón para empezar a masturbarse, el niño seguía llorando ya cuando estaba completamente desnudo. Sin pensarlo dos veces tomo su falo ya erecto después de haberlo acariciado un rato para acomodarlo en la pequeña y rosada entradita del niño.
De golpe lo metió haciendo que la criatura empezara a llorar aún más fuerte, su intimidad empezaba a sangrar por el desgarre tan fuerte que había tenido, aun así no le importo al tipo y comenzó a bombear lentamente sacando y metiendo lo que podía entrar en el nene, la piel tan suave que tenía el pequeño era hermosa para él, primera vez que podía estar con un niño tan chico de edad. Seguía metiendo y sacando su miembro por un buen rato hasta que por momentos lo hacía cada vez más rápido, los gritos de dolor que al principio se escuchaban fueron bajando poco a poco hasta que quedo en completo silencio. Ya cuando el sujeto no pudo más se vino manchando el interior del bebe y un poco a las sabanas, lo único bueno de todo ello es que el tipo es precoz.
La cama estaba manchada de sangre y del semen del hombre monstruoso. Se salió de él y toco la mejilla de la criatura notando que se enfriaba su piel, era algo de esperarse, el pobre ser no pudo soportar más de esa tortura.
Después de arreglar un poco su ropa salió del cuarto mientras los otros niños seguían allí con aun más miedo que le tenían a ese tipo.
--El cuarto está muy sucio, más te vale limpiarlo. Y la próxima vez tráeme más niños como ese.-Decía para después salir del lugar y dirigirse a su automóvil, realmente se sentía satisfecho aunque la criatura no se moviera tanto como los otros niños que rogaban para que parara, pero los gritos de dolor que daba el niño, era mucho más satisfactorio, eso lo ponía a mil. Conducía con cuidado para no maltratar su automóvil con los baches de la ciudad, realmente la urbe tenía muchos problemas pero a las personas les daba igual, mientras se les complacía con las festividades y horas extras para comprar licor, no había ningún problema.
--Pobres imbéciles--Reprochaba hasta que sin darse cuenta llego a su casa, lo pensaba hasta dos veces en entrar, su esposa la cual solo tenía como un adorno estaría molestando como siempre, ni siquiera la usaba para tener relaciones, Ramón siempre prefirió tener sexo con niños que con personas de su misma edad, pero para su campaña debía tener a la mujer perfecta, aunque ni siquiera eso, si, era hermosa y tenía rasgos muy finos porque no era de la ciudad, ella era de otro país. Para desgracia de la fémina tuvo que salir de su país por haberle tirado acido en el rostro a otra chica. En uno de esos viajes exóticos que el ruin sujeto podía darse la dicha de tener, se la encontró, sabia de los problemas que tenía así que pagó para sacarla de su país y llevársela. La vida del diputado estrella estaba llena de basura. Todo hecho una mentira repulsiva y vomitiva que podía desboronarse en cualquier instante.
Unas horas más tarde, ya cuando se pudo acomodar en su gran y hermosa cama, el diputado se daba el tiempo en su apurada agenda para revisar los mensajes que tenía en su celular, al parecer nada importante para él, solo mensajes que estorbaban como una que otra cadena e incluso un mensaje sobre tener cuidado con los niños porque al parecer hay una banda de secuestradores en la ciudad, que podría ser una nueva organización de tráfico de órganos, dos niños fueron sin órganos y en un avanzado de estado de descomposición.
--Otra leyenda barata como las jeringas de sida en los cines o las camionetas danone con los niños muertos, una completa estupidez-- decía Ramón mientras tiraba a la cama el celular y se ponía a pensar en cómo se había cogido al pobre infante que seguramente ya estaba siendo devorado por las hormigas y gusanos, de tan solo recordar la entrada tan pequeña y apretada del bebé, hacía que su miembro se pusiera duro como una piedra, esperaba ya el día de mañana, si le daba tiempo regresaría al mugroso orfanato como él lo llamaba y podría estar con alguno de los niños, daban igual esos bastardos de todas formas si se mueren a nadie le interesa.
"Gracias a esas putas que abren las piernas y tiran a esos engendros, puedo coger gratis". -Pensaba acomodándose para dormir, un cerdo en una hermosa cama, mientras que los de la ciudad se mueran de hambre.
Al siguiente día después de una aburrida y nada productiva jornada de trabajo, este se dirigía a su lugar donde podía desquitarse con un pequeño, tal vez habría un nuevo "producto" el cual sin dudarlo se lo cogería hasta que las tripas se le revienten. Babeaba con tan solo imaginarlo pero su mente regresaba a la realidad al llegar. Entrando pudo percatarse de la falta de varios de los niños, a lo mucho habían unos 4, ni idea donde hubieran terminado los demás, la curiosidad lo mataba así que preguntó.
--¿Dónde demonios están los demás? -Decía con enojo jalando del brazo a la señora-
--Escaparon ayer, solo pude encontrar a estos. -Se quejaba y después relajaba cuando Ramón la soltó.
--No me sirves para una mierda, perra estúpida. A esas putas las tendré que buscar, pero cuando las encuentre no te las regresare, ruega porque los halle, porque si no pasa juro que te sacare los sesos de un balazo. -Salía enfurecido directo a su camioneta, no sabía bien donde buscar pero lo más lógico es que fuera en un parque, solo había uno en la comunidad, imaginen que tan miserable era el lugar con ese dato.
Para desgracia de él, además que estaba lejos el dichoso parque el tráfico era una pesadilla, en un viernes por la noche ¿Que se podía esperar?
Al entrar a ese lugar cualquier persona con dos neuronas en la cabeza podía darse cuenta de lo completamente descuidado que estaba el sitio, la hierba no permitía caminar con estabilidad, habían pocas luces y por ser ya de noche, eso era un gran problema. Para fortuna de Ramón al caminar tratando de no tropezar pudo ver a lo lejos la silueta de un niño que corría, este sigilosamente se acercaba hacia ese pequeño, podía reconocer la ropa que usaba era fácil de saber ya que solo habían pocas prendas en el orfanato. Yendo como si estuviera pronto de devorar una presa, aunque la diferencia entre una víbora y el eran mínimas. Al menos las víboras mandan advertencia.
Ya estando a una cercanía prudente lo tomó con fuerza, este pataleaba tratando de zafarse de ese hombre pero era imposible. Ramón le miraba algo confundido, a pesar de que usaba la misma ropa, ese niño no era del orfanato. Ninguno de los pequeños tenía los ojos color miel que este si los portaba, además el rostro era demasiado suave como para haber sido un chico maltratado, parecía bien alimentado solo que por la ropa lo hacía ver un poco sucio.
--¿Dónde están los demás? Si me lo dices te daré un rico dulce. -Lo bajaba aun sujetándolo de los brazos mientras le decía eso con una voz tenue.
El menor solo bajaba la mirada sin responderle, mordía suavemente uno de sus labios con nerviosismo, esto hacia que la paciencia del diputado llegara a su límite, solo un fuerte golpe se había escuchado. El pequeño sollozaba con una de sus mejillas completamente roja.
--Respóndeme maldito engendro, ¿Dónde carajos están los demás? -Tiraba al niño aplastándole su carita en el pasto entretanto le jalaba fuertemente del cabello teniéndolo completamente dominado, para su mayor seguridad colocaba su rodilla en la vértebra del chico para que se moviera lo menos posible.
El niño solo seguía llorando tratando de moverse, la desesperación de no poder hacerlo hizo que de un momento a otro empezó a hablar.
--¡Están allí, Yo lo llevare pero suélteme! -Pedía el nene mientras era levantado aun siendo sujetado de su cabellera, las lágrimas del crio no paraban en ningún instante, tenia tanto miedo de que ese sujeto le hiciera algo malo, su temor aumentaba cuando sintió una fuerte nalgada que lo hizo quejarse--
--Llévame hacia ellos, te mueres si haces un mal movimiento. -Sacaba el hombre su pistola de su bolsillo apuntándole en la cabeza mientras le soltaba de a poco, sabía que el mocoso no lo haría, pero le encantaba ver como este lloraba de esa forma, además que sus mejillas estaban completamente rojas por el golpe que le había dado, la escena lo calentaba mucho, el sufrimiento ajeno siempre había sido lo que más le emocionaba y mejor si este provenía de un pequeño.
El castaño cuando pudo calmarse procedió a caminar, Ramón no le quitaba la vista en ningún momento caminaba detrás haciendo de vez en cuando ruido con una piedra para que el chico volteara y este fuera reprendido con un golpe en el brazo, cosa que lo ponía a llorar de nuevo. Siguieron así hasta llegar a un sitio parecido a una casita, como esos lugares donde venden comida y chucherías.
--Aquí es. -Decía en voz baja mientras se volteaba lentamente, con sus ojos aun llorosos esperando el momento en que ese mal hombre lo dejara irse.
--¿Tanto te costaba? ¿Verdad que no? Eso es, buen chico. - Le acariciaba el cabello suavemente-Eres muy lindo, pero no me ayudas sino me estorbas. Nos veremos en el infierno -Sin más ni menos jaló el gatillo dándole en la cien al menor de a lo mucho 6 años-Si todavía estas caliente, cuando regrese me encargare de ti, sería un desperdicio no aprovechar esta oportunidad. -Decía así mismo para después entrar al sitio.
Al entrar pudo sentir un olor desagradable, aunque siendo un lugar abandonado no se podía pedir que oliera a rosas, solo que al meterse a uno de los "cuartos" se llevó una menuda sorpresa. Los los tres niños que hacían falta estaban en un estado deplorable, los pequeños tenían el vientre completamente abierto se podía observar el interior a la perfección como si fueran una cascara de huevo, sus ojos junto con los demás órganos no se hallaban por ningún lado para peor uno de los niños se encontraba completamente desnudo, no pudo evitar hacer una arcada y vomitar encima de uno de los restos, era curioso. El siendo un degenerado se dejó impresionar por una simple escena tan común. ¿Acaso no lee los periódicos o qué?
Días después, un joven de aproximadamente 21 años revisaba el periódico mientras desayunaba, en primera plana una noticia impactante, habían encontrado el cuerpo del respetable diputado Ramón cerca de una abandonada cafetería que se encontraba en el parque de la ciudad junto con el cuerpo de tres niños. La imagen de la portada era grotesca, de por si ese sujeto no era muy guapo peor en un estado de descomposición completamente destripado y sin uno de sus ojos. Acompañado de un título típico de periódico amarillista: "Diputadazo con leche" El joven mirada detalladamente la foto pero paró cuando el joven escuchó unos pasos, decidió ocultar el periódico para que no lo vieran, un pequeño niño corría hacia el para después darle un beso en la mejilla.
--Hola mi bebé, ¿Dormiste rico? -Le acariciaba suavemente de su cintura para después hacerlo que se siente en sus piernas. -Ayer llegaste muy tarde, me habías preocupado.
El niño de reojo pudo deleitarse con tal portada, ignoraba la pregunta del chico que lo tenía en sus piernas, toda su atención era aquella foto.
Ramón al intentar salir sintió una fuerte mordida en una de sus manos, al ver hacia abajo pudo darse cuenta de un niño, el mismo que había asesinado hace unos instantes completamente de pie, con nerviosismo trataba de sacar la pistola mientras se movía hacia atrás.
--¿Por qué me trato mal? ¿Qué le hice señor? -Decía el chiquillo con una voz dulce mientras caminaba hacia el-No debería tratar mal a las personas, luego ellos quieren jugar así.
--¡Cállate maldito! -Le disparaba varias veces mientras llegaba al extremo del cuarto, su pistola se quedaba sin balas y esa cosa se acercaba más.
--Yo quiero jugar así con usted, uso su turno mal, ahora me toca a mí. -El sonido de las balas pararon ya que el arma se habían quedado sin estas, un pedazo de vidrio no estaba muy lejano a ramón, tal vez podía salvarse clavándoselas en el cuello a la cosa esa, así lo hizo, tomó el trozo de cristal para después hacerle una herida, para su desgracia calculo mal la distancia cortándole parte de la boca abriendo hasta llegar a las mejillas, era su fin. El susto lo llevo a tal grado de orinarse en los pantalones, todo malo es cobarde.
--Mi osito dice que el infierno está en la tierra. Ahora usted mande saludos de mi parte ahí.
Sus ojos se dilataban al ver como ese niño poco a poco se convertía en un animal, la abertura que tenía sirvió para que los colmillos que comenzaron a salir se esparcieran hasta ahí mientras unas orejas parecidas a las de un mapache salían de su cabello, sus manos eran reemplazadas por unas garras. Mas parecía un náhuatl pero a la inversa, de lo único que estaba seguro es que ese ser no era un humano y que además esa cosa iba a ganar el juego.
Todo fue tan rápido que el sujeto ni siquiera lo sintió, como un depredador al momento de consumir su víctima se le lanzó cortándole con ayuda de sus garras la yugular, con esto el tipo no podía gritar, solo desangrarse y deleitarse con lo que le harían. De la misma forma le abrió el vientre para después meter su cabeza y devorar los órganos de aquel cerdo. El estómago junto con el hígado tenían un sabor horrendo, los pulmones casi ni se podían comer pero tampoco podía rechazar. Lo demás fue fácil de tragar, en especial los intestinos que se podían hacer como un fideo sabor a mierda. De último para bajar el mal sabor succiono como si fuera una uva el ojo izquierdo, manchándose aún más de sangre, aunque no importaba mucho, podía quitarle la ropa al otro niño.
Al terminar, para poder regresar a su apariencia común comía de la piel de uno de los niños, sus rasgos se normalizaban conforme seguía consumiendo.
--¿Bebé? ¿Te pasa algo? -Ese joven besaba en varias ocasiones las mejillas del pequeño y tierno niño-
--¡Quiero dulcito! -Decía alegremente mientras se abrazaba del mayor.
--Cuando termines de desayunar te daré un rico chocolate. -Le daba un beso breve en los labios para después sentarlo en una de las sillas-
--Está bien osito Dani. -Tomaba el tenedor para después comer rápidamente.
--Mi Donsito lindo, siempre tan tierno.