Enero de 2015.
Maryssa Gold.Aquella noche transcurría fría, los estragos del invierno seguían siendo notorios en el día entero, mas sin embargo las noches eran especialmente frías y calladas, pero esa noche, esa noche todo estaba especialmente calmado, existía una tranquilidad inquietante, sofocante y siniestra. El reloj de pared indicaban las 12:50 de la madrugada y el móvil de Maryssa no dejaba de recibir notificaciones de mensajes entrantes de su actual novio, Evan, la pantalla se iluminaba una, otra y otra vez reflejándose en el cristal de un marco que contenía una foto de ella y Evan en un día de escuela, lucían felices el uno con el otro.
Maryssa tenía puesto un agradable pijama que la mantenía caliente y unos calcetines, porque, sus pies siempre se ponían fríos. Las manos le temblaban un poco y titubeó un poco antes de decidir coger el celular.
5 mensajes nuevos de Evan.
- Eres una boba, demasiado boba, no entiendo como es que sigo contigo. ❤️
- Por cierto, dime a qué hora nos vemos hoy. ⌚️
- Te adoro, lo sabes.
- Olvidé decirte que en vez de salir, podríamos estudiar un poco ya que necesitas un poquito de ayuda en matemáticas, amor.
- ¿Sabes? Adoro hablar contigo hasta la madrugada, siempre son mis conversaciones favoritas.
Las lágrimas comenzaron a brotar lentamente de los ojos de la joven y sonrió tristemente al móvil y marcó el número de su mejor amigo.
- Cariño, pensé que tus padres aún estarían despiertos.
Evan estaba encantado con la llamada de su novia y mejor amiga, desde hacia años. Él había estado acostado en su habitación y las luces en su casa se habían apagado desde las 10:30 y sus padres dormían plácidamente, por lo que no se tenía que preocupar por que lo escucharan.
Un nudo se le hizo en la garganta a Maryssa, tragó fuertemente y abrió la boca para responder después de lo que había parecido horas.
- Ya se durmieron, bueno, estoy segura de que lo están y Jade está más que dormida. Sí no fuese así, la casa estaría llena de gritos desesperados y sollozos.
Ambos rieron sigilosamente.
- Seguramente, entonces, Gold, ¿Qué gustas hacer en unas horas? Seré tuyo todo el día, así que quizá podría ayudarte en matemáticas y después podríamos ir al cine o a comer, no sé lo que quieras.
- Bueno, creo que podríamos dejarlo para dentro de un rato, el tiempo es infinito y contamos con él, se va rápido, pero no termina nunca.
- El tiempo se va rápido contigo, porque siempre pasamos haciendo tonterías.
Volvieron a reír al unísono.
- Evan Mongomery...
-Maryssa Gold...
- Te amo.
La sonrisa se dibujó en ambos, ambos estaban hechos el uno para el otro, todo era perfecto estando juntos, habían planeado viajar, tener una familia y una casa grande, tener mascotas, vivir felices, tenían planeadas muchas cosas, sus vidas podrían pasar entrelazadas por el resto de la eternidad y jamás se aburrirían el uno del otro.
Siempre se decían te amo, pero Evan sabía que éste era distinto, a su novia se le había quebrado la voz y casi podía sentir que lo había dicho con la sinceridad más profunda de su alma, que le había regalado cada gota de su ser en esas dos palabras.
- Gold, siempre te he dicho que te amo así como tú a mi, y sé que esta vez es diferente, lo siento, así como la primera vez que me dijiste que te gustaba. Te amo, te amo con cada gota de mi ser, con la profundidad que mi alma alcanza, con mi vida entera, te amo simplemente.
- Rayos, creo que jamás me recuperaré de eso, eres tan lindo, me dejas sin habla. Te adoro, eres lo único bueno que me ha pasado en la vida y eres la única buena elección que he hecho.
- Nos estamos poniendo sentimentales.
- Como casi todas las noches.
- Lo sé.
- Cariño, es la una de la mañana, será mejor que valla a dormir, tengo que ir a casa de mi queridísima novia a primera hora.
- Sí, deberías dormir. Te amo, duerme bien.
Y colgó antes de que Evan Mongomery pudiese responder.
Esa noche cuando el viento ondeaba las azules cortinas del cuarto de aquella joven de mente acomplejada, caminó hacia el baño y abrió el compartimento de atrás del espejo sacando tres frascos de pastillas, tomó un vaso y lo llenó con agua con los ojos vidriosos y la vista borrosa, abrió los frascos al igual que su boca, en la mano derecha, que era la que más le temblaba, tenía el primer frasco y en la mano derecha tenía el vaso con agua, se vio por última vez al espejo y comenzó a tomar pastillas.Al día siguiente, la señora Gold entró frenética al cuarto de Maryssa, ella yacía inmóvil en su cama, dando apariencia de estar durmiendo. La señora Gold abrió las cortinas dando paso a los rayos del sol, iluminando la habitación celeste con techo blanco y piso forrado con una afelpada alfombra azul.
- Cariño, despierta, despierta, Evan está abajo, está feliz de venir a verte, despierta, anda.
Ya un poco molesta, Jenny Gold se acercó a mover a su plácida hija, caracterizada por ser una floja.
- ¿Cariño?
Dijo en tono preocupado.
- ¡Ayúdenme, Steve, Evan! ¡Ayuda!
El señor Gold y Evan subieron rápidamente las escaleras, la pequeña bebé Jade comenzó a llorar, pero nadie le hizo mucho caso, los hombres entraron en el cuarto y encontraron a madre e hija, entrelazadas, pero una de ellas, estaba muerta.
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Cartas de nadie.
Teen FictionChristine Brirsler es una chica sin importancia acomplejada por su vida vacía y no tan atractiva como a ella le gustaría. La mayor parte del tiempo se pasa intentando remediarlo, mas sin embargo sin mucho éxito; un día como cualquier otro un simple...