Prólogo

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Era una mañana cualquiera en la mansión donde habitaba Sawada Tsunayoshi desde hace ya tres años, el joven Vongola se paseaba por los pasillos en busca de cierto guardián revoltoso.

A pesar de llevar mucho tiempo conviviendo con sus siete guardianes aun no se acostumbraba a las locuras y peleas de los mismos.

-¡Ghyahaha!, ¡El gran Lambo-sama nunca sera encontrado!-Tsuna suspiro cansado, Lambo era un tonto.

-Lambo, debes alistarte, Byakuran y Uni-chan no tardan en llegar-El más joven pareció meditar lo dicho antes de salir de su "escondite".

-Ne~ dame-Tsuna, ¿Cuando llegará mi lacayo?-pregunto al tiempo que era llevado por su 'nii-chan' a vestirse.

-Enma-kun y sus guardianes llegaran en unos días más, pero si te portas bien yo mismo me encargaré de que lleguen antes-Respondió el jefe a su subordinado, algo que había aprendido del menor era que podía manipularlo con dulces promesas, que al fin y al cabo terminaba cumpliendo.

-Ne, ne, dame-Tsuna, te quiero-Después de decir eso el chico de ojos verdes le cerro la puerta en la cara a su jefe y esté sonrió complacido.

El poseedor del anillo del cielo siguió su recorrido por la mansión que se encontraba sumida en un inusual silencio, esto debido a que todos sus guardianes menos el de afro se encontraban en misiones importantes y regresarían en los próximos días, a tiempo para celebrar el aniversario de la fundación de la famiglia, lo que Sawada no sabía es que era observado, por no decir espiado, por cuatro personajes que hasta cierto punto estaban muy torcidos y planeaban arruinar un poco su vida para divertirse.

Contrario al castaño, un joven de rubios cabellos se paseaba por una de las transitadas calles de Italia siendo acompañado, obviamente, por su fiel amigo G.

-Oye, G, he estado pensando, ¿Qué pasaría si formara un grupo de vigilantes?-pregunto el rubio a su acompañante, quien lo miro extrañado.

-Para eso esta la policía, además, ¿Qué sentido tendría formar un grupo de vigilantes?-pregunto extrañado.

-Supuse que dirías eso, mi buen amigo, sin embargo no lo entiendes por completo, el objetivo sería proteger al más débil, obviamente, y ya se lo que dirás a continuación "para eso esta el tarado de Alaude y su grupo", sin embargo la policía a estado defendiendo más a duques y realeza que a los aldeanos-Giotto le dedicó una mirada significativa a su compañero, G sólo guardo silencio mientras seguían su camino.

Ambos jóvenes siguieron su camino en absoluto silencio, él rubio sabia que su fiel amigo tendría que pensar seriamente en su idea, sin embargo nada ni nadie le haría cambiar de opinión, era un hombre testarudo y decidido que le insistiría a su amigo hasta que aceptara formar parte de lo que, según G, era una completa locura, y el susodicho era consiente de ello, por lo que no lo pensó mucho y cuando llegaron hacia donde lo dirigía el rubio le dijo lo que pensaba.

-Giotto, tu idea me parece una locura, como todas las demás ideas que has tenido a lo largo de tu vida, sin embargo, creo que esta vez te apoyare lo necesario, pero si el bastardo de Alaude y el resto de la policía empieza a molestar te dejare que te encargues tu solo-Giotto le sonrió a su amigo antes de entrar a la oficina del "bastardo de Alaude", mientras G se quedaba a esperarlo afuera.

Cuando el rubio divisó a su objetivo se dirigió hacia él sin ningún tipo de dificultad o impedimento, el jefe de policía le dedico una mirada aburrida justo cuando se sentó frente a él.

-¿Qué lo trae por aquí?-pregunto el dueño de la oficina a su invasor.

Después de que el hombre de cabellos dorados le contó su plan al de ojos azules y fuera amenazado por un "Te esposare hasta la muerte", logró convencerlo de que se uniera a él, con ayuda de ciertas promesas, pero esa es otra historia, así que salió de la oficina con su mejor cara de victoria y miro a su compañero.

Volviendo cuatrocientos años en el futuro el décimo líder de Vongola observaba con detenimiento un retrato del que vendría siendo su ancestro minutos antes de desmayarse ante la atónita mirada del que momentos antes estaba por saludarle. Lo mismo paso con un rubio cuatrocientos años en el pasado, ante la atónita mirada de G.

Ambos jóvenes habían perdido la conciencia casi simultáneamente,cuatrocientos años no son mucha diferencia ¿Verdad?, provocando un gran susto en sus acompañantes, mientras estos trataban con lo que tenían de despertarlos, o más bien revivirlos ya que perdían el pulso por segundos, los dos cielos se encontraban en lo que parecía un viaje espiritual, y parecía ser que los únicos consientes del hecho eran dos niños, uno de cabello verde y alrededor de seis años, y el otro con patillas y diez años exactos, acompañados de un hombre de apariencia sospechosa y un sujeto mayor con gafas y una sonrisa torcida.

"Oh~ la que se armara en Vongola cuando despierte" fue el pensamiento de los cuatro personajes.

Intercambio de cuerposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora