Primo y Décimo.

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Giotto se lamentaba de todo lo que estaba pasando, el rostro de cada uno de sus guardianes, amigos y personas especiales para él cruzaron por su mente, se arrepentía de no haberle plantado cara a Reborn, de no haber avanzado su relación con Hibari, también de no poder cumplir su promesa con Lambo de llevarlo con los Bovino después de la celebración de Vongola, pero más importante y lo que más le hubiese gustado hacer era nada más y nada menos que haber escrito un discurso medianamente presentable, algo digno del décimo jefe de Vongola.

–Lo preguntare por segunda vez, ¿Dónde esta Giotto?–Alaude estaba perdiendo la paciencia.

–Hablo en serio cuando te digo que esta en el futuro–El menor se sentía ridículo al decir aquello.

–¿Cómo quieres que crea algo tan absurdo?–El rubio que no estaba esposado bufo.

–Creeme que sé lo ridículo que suena, pero es la verdad, este es el cuerpo de Giotto y debido a circunstancias que ni yo entiendo él esta en mi cuerpo que se encuentra cuatrocientos años en el futuro y podemos comunicarnos a través del pensamiento–Balbuceó el de ojos dorados.

–Tendras que darme una prueba si quieres que te crea–Giotto suspiro, ¿Qué podría hacer para que alguien se creyese un cuento tan loco como ese?

–Si me dejas hacerte una sugerencia, una ronda de preguntas y respuesta no estaría mal–El rubio suspiro.

–Has las preguntas que quieras, ya comprobaste que no soy Giotto, así que te voy a demostrar que lo que digo es verdad–El comentario del menor pareció atraer la atención de Alaude.

–Me parece bien, ¿Qué edad tiene Giotto?–El de ojos dorados dudo un poco antes de responder.

–Él dice que no es tu problema, que la edad es sólo un número y los números son infinitos al igual que su juventud–Respondió el incrédulo chico.

–Suena a algo que él diría–Murmuró Alaude.

–¿Alguna otra pregunta?–El menor de ambos sintió un escalofrío cuando la mirada del mayor se encontró con la suya.

–Más de las que crees, dime algo que sólo el verdadero Giotto debería de saber de mi–El menor se ruborizó cuando una lista enorme de cosas que primo sabía aparecieron en su mente.

–¿Qué clase de relación tienen ustedes dos?–Murmuró perplejo.

–El que hace las preguntas aquí soy yo, ahora responde–Exigió el guardián.

–¿No puedes decirme cosas aptas para menores?–El castaño no pudo evitar reírse.

–Eres tan delicado, esas son cosas que sólo yo de él–Se burlo la voz en la cabeza del rubio.

–¿Cómo estas tan seguro?–Preguntó el menor de ambos.

–Porque mi relación con él es de mucho tiempo, de antes de que siquiera empezara a tener deseos carnales–Respondió orgulloso.

–¿Estas tratando de decirme que desde tiempos inmemorables estas pervirtiendo al mundo?–El castaño se avergonzó un poco.

–Puede ser, no creo que estés en edad de saber eso–El rubio bufo molesto.

–Me has dado toda clase de detalles sobre tus encuentros con el jefe de policía, aun si no tuviera la edad ya estaría lo suficientemente traumado como para saber la verdad–Se quejo el décimo.

–Giotto sabe muchas cosas, te suplico que no me obligues a decir nada de eso, el trauma que me ha dejado es grande–Murmuró el menor.

El interrogatorio del jefe de la policía siguió durante mucho más tiempo del que le hubiese gustado al chico atrapado en el cuerpo de Giotto, mientras que el susodicho se había cansado de huir y esperaba pacientemente el momento de ser encontrado, porque algo que tenían en común ambas nubes es que eran insistentes.

El castaño suspiro cansado, cuando se despertó esa mañana con la idea de formar un grupo de vigilantes nunca pensó que terminaría siendo partícipe en un castigo a uno de sus descendientes.

–Y ese es otro problema, si tuve familia eso significa que no pude estar siempre con Alaude, que lamentable–Murmuró el chico.

Mientras el menor se deprimía al pensar en la familia que debió haber formado, un azabache se deshizo del ilusionista cabeza de piña y se acercaba con rapidez a su presa, aunque termino siendo detenido por un infante.

–¿Por qué tanta prisa?–Preguntó Reborn.

–¿Dónde esta Tsunayoshi?–El menor de ambos sonrió.

–Lo vi en el jardín, parecía bastante deprimido–Respondió vagamente.

–Sabes muy bien que ese no es el omnívoro, es demasiado débil, molesto y despreocupado–Se quejo el guardián.

–Vaya, lo descubriste, estoy impresionado–Se burlo el infante.

–Era obvio, pero eso no responde mi pregunta–Reborn suspiro.

–Dame-Tsuna se encuentra en el pasado, con ayuda de Talbot, Verde y Kawahira logre que intercambiara de cuerpos con Primo, pero resulto que Primo es más inútil que Tsuna–Comentó decepcionado.

–Es por eso que estabas entrenándolo–El hitman asintió.

–No puedo creer que no termino de salir de uno cuando tengo que empezar con el otro–Bufo molesto, Kyōya sintió lastima por el fundador de Vongola.

–Supongo que tendré que ayudarte a entrenarlo, estoy seguro de que sólo por eso me contaste todo sin irte por las ramas–Reborn dejo su pose melodramática y sonrió.

–Me conoces y eso me alegra porque me ahorras el trabajo, vas a ayudarme quieras o no–Hibari observo a Reborn mientras este se retiraba.

Cuando el hitman desapareció del campo de visión del guardián empezó a caminar con dirección al jardín, tendría que hablar con aquel herbívoro que estaba en el cuerpo de su omnívoro y dejar muchas cosas claras.

Mientras el menor de las nubes se preparaba para interrogar al fundador de Vongola, el guardián de la primera generación le había quitado las esposas al décimo, que no tardo mucho en volver a hacer el papeleo que Primo tenía pendiente.

–Es totalmente inesperado, pero no me voy a quejar y disfrutare de la paz que tu presencia aquí me dará–Para sorpresa de Tsuna Alaude le sonrió, hasta podría decirse que con cariño, lo que le provocó un sonrojo.

–A Giotto-san no le ha gustado escuchar eso–Murmuró débilmente a la vez que en su mente un millón de insultos para nada elegantes dirigidos al jefe de policía resonaban con fuerza.

–No es ninguna sorpresa, pero dime, ¿Esta locura de idea tendrá algún resultado?–Preguntó el mayor antes de sentarse frente al de ojos dorados.

–Podría decirse que llegara muy lejos y los nombres de todos los que participen en esto llegaran bastante lejos–Respondió incómodo.

La conversación de ambos siguió durante mucho más tiempo, el mayor ayudo al décimo con el papeleo, cosa que molesto a cierto castaño momentos antes de que Hibari empezara a interrogarlo para sacarle toda la información que tenía sobre Tsuna.

Intercambio de cuerposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora