Al escuchar el sonido del despertador, me desespero; no quiero levantarme, lo único que deseo es estar acostada y tener un lindo sueño. Me desilusiono al pensar en los lindos sueños que tanto anhelo; hace mucho que mi mente no crea esas tiernas fantasías, solo puedo estar conforme con pesadillas que atormentan todo mi ser, día y noche, en mi presente, pasado y quien sabe, el futuro.
El reloj continúa sonando, y de un golpe trato de apagarlo, es inútil. Lo agarro y lo lanzo a la pared, rompiéndose en varias partes. Maldigo en mi mente, y escribo en un rinconcito de ella que necesito comprar otro. Ser pobre y tener que sobrevivir con dos empleos no es muy agradable. Subsistir con deudas y más deudas hasta el cuello, residir en una casa muy pequeña prácticamente toda mi vida, y con la mierda de pasado que tengo, es una dura realidad.
Me levanto de la cama y estiro todo mi cuerpo. Voy hacia el baño pensando en tomar una ducha, y así lo hago. No voy a oler mal en el trabajo. Abro el grifo dejando que el agua caliente caiga por mi piel desnuda, y me río al recordar que si no fuera por el despertador ahora estaría exactamente en la misma situación, igual que el día en que llegué atrasada y la Miss Demon casi me mata. Si no me olvido, eso ya pasó hace aproximadamente una semana.
~~~~~~~~~~
Entro en uno de los pocos restaurantes de esta pequeña ciudad. Una arquitectura que a mediados del siglo XIX, fue convertida en este acogedor entorno familiar. Es un espacio cómodo y cálido. Las mesas están esparcidas por todo el lugar; manteles rojos y unos bellos lirios cubren aquellos muebles. En sus paredes color salmón cuelgan los retratos de los anteriores dueños, y algunas pinturas de artistas ya fallecidos, como Robert Harris, Auguste Leroux y Georg Meyer.
Respiro profundo al murmurar el nombre del local, Piu Sapore, una palabra italiana. Melancolía es lo que siento ahora. Mi gran sueño es poder estudiar gastronomía en Italia, y con mis escasos recursos nunca lo lograré. Siempre he deseado, desde pequeña ser una gran chef, más que tener un castillo, incontables vestidos, ponys coloridos y un príncipe azul montado en un caballo blanco. Mi único deseo es ir a Italia, y me deprimo al pensar que nunca lo cumpliré.
Me puse mi uniforme, una blusa blanca, unas calzas negras ceñidas y un delantal a la cintura de color borgoña, que por una inspiración mía, le cosí unos lazos blancos, y quedó muy mono. Tras vestirme y sostener mi cabello en una apretada cola, estuve lista para empezar a servir al público.
Poco a poco van llegando todo tipo de personas, y mientras que correteo de aquí para allá con una amplia bandeja de plata que contiene refrigerios, platos de entrada y uno que otro postre, todos ellos pedidos de nuestros clientes habituales y fieles, anhelo estar dentro de la cocina preparando platillos deliciosos en vez de ir repartiendo los alimentos encargados en una fuente plateada.
El tiempo pasa lentamente, y mi cabeza quiere explotar por tanto cansancio acumulado. Los gritos de los adultos, los berrinches de los niños, las reclamaciones de los ancianos, hacen que quiera abandonar todo y entregarme a los brazos de Morfeo. Los pocos que quedaron, recogen sus pertenencias y salen a la calle a saber qué cosa hacer.
Casi prestes a cerrar, unos hombres con terno y corbata entran al restaurante. Me intriga y me molesta su aparición tan repentina, ¡cómo se les ocurre presentarse en este instante! Consulto el horario en el reloj de pared, me percato que es cerca de las 10 p.m., no entiendo qué hacen ellos a estas horas de la noche. Y como si no les importara que estuviera mirándolos incrédulamente, se sientan alrededor de una de las grandes mesas.
Tan intensa es mi curiosidad, que me dirijo a la cocina a tener respuestas a mis interrogantes, y me encuentro a Solange, el único propietario mujer desde que se abrió el recinto. Una mujer madura, inteligente, compañera, pertinaz, siempre llevando faldas y gorros en la cabeza, y ahora no es la excepción; está tan concentrada en freír unos lenguados que no se percata de mi presencia.
ESTÁS LEYENDO
Permanece a mi Lado
Любовные романыNo puedo recordar cuando empecé a fijarme en esos ojos. Solo sé que me cautivaron desde el primer momento en que los vi. Todo de él me embriagaba, y por más que quisiese alejarme, sus brazos me retenían. No podía escaparme de él, a pesar que la situ...