He Likes Boys |McLennon|

Perfect Guy.

Era Lunes por la mañana. El clima se mostraba gélido debido al pluvioso invierno y los estudiantes salían presurosos de sus aulas para degustar sus alimentos.

Cynthia se encontraba en el comedor con sus amigas platicando un rato sobre sus deberes, chicos y algunos chismes del día. Las clases aún no terminaban y ellas estaban disfrutando de su pequeño pero merecido descanso cuando todo comenzó.

John caminaba apresuradamente con su mochila sobre los hombros y un libro entre sus manos. Era alto, castaño, de piel pálida y bastante atractivo. Llevaba su cabello perfectamente arreglado y cuando saludó a un chico que se cruzó por su camino, vislumbró la sonrisa más linda que en su vida había visto.

Se paseó frente de las chicas con sus ojos fijos en el camino, y al sentir la mirada de una de ellas sobre él, levantó la vista y sonrió a una muchacha de cabello rubio y labios rojos que lo miraba tímidamente.

Cynthia inmediatamente se sonrojó y apartó la vista con la sangre hirviendo en su interior, para después volverla a clavar en ese chico tan apuesto. Lo siguió con la mirada hasta percatarse de que éste caminó lejos de ellas y entró finalmente a la biblioteca.

Fue desde ese momento que la fascinación de Powell hacia ese chico 'aparentemente' perfecto comenzó.

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Sacó el manojo de llaves de su mochila, para luego encontrar la indicada e introducirla en la cerradura. Inmediatamente la puerta se abrió, abriéndole paso a la residencia de McCartney. Subió de a dos los escalones y se dirigió a la habitación del fondo, encontrándose con el pelinegro recostado sobre la cama junto a un montón de pañuelos hechos bolita y una caja de estos sin abrir en la mesita de noche. 

-¿Cómo andas, corazón?- John tomó asiento en un extremo de la cama, mientras con una mano apartaba unos cuántos mechones azabaches de su frente. 

-No he parado de estornudar en toda la mañana. Esto es frustrante, odio estar enfermo.- Paul hizo un puchero.

-¿Has tomado ya tus medicinas?

-Cada una de ellas.- tomó una almohada y cubrió su rostro con ella.- ¿Sabes qué es lo peor? No puedo darte besitos.

Lennon lo miró enternecido, al tiempo que retiraba la misma de su rostro.

-Será pronto, mi amor, te lo prometo. Ya te extraño en el colegio, Ringo y George son de lo más aburridos.

Paul soltó una risita.

-No seas cruel con ellos. Apuesto a que en cuestión de días seré reemplazado por ese par.

-Nunca, Paulie.- se recostó junto a él en la cama y depositó un casto beso en su frente.- Nadie podrá reemplazar a mi bebé jamás.