Prólogo

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— Allie, sé que has empezado a sentir algo por Kevin, no soy tonta — le dijo su mejor amiga, Zara, haciéndole un guiño

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— Allie, sé que has empezado a sentir algo por Kevin, no soy tonta — le dijo su mejor amiga, Zara, haciéndole un guiño.

Ya no podía negarlo, no frente a su leal compañera de habitación, debía aceptarlo o ella no callaría nunca.

— Sí y me siento horrible por ello — confesó reprimiendo las lágrimas que amenazaban con salir.

— Oh vamos, lo que pasó en secundaria se queda en secundaria. Este es un nuevo tiempo, debes perdonar y olvidar — la aconsejó ella acariciando su cabello levemente.

Allie se lo pensó unos segundos y, aunque consiguió una titubeante conclusión, prefirió el silencio.

— Bien, hagamos esto más fácil. ¿Cómo ves a Kevin en estos momentos?

Aquella pregunta la tomó desprevenida y se vio en un trance profundo del cual parecía no poder salir.

‹¿Cómo veo a Kevin?›, se preguntó antes de reflexionar en ello.

No cabía duda de que Kevin Toms no había cambiado mucho. Seguía siendo abusivo con los más inofensivos y un total arrogante. Pero, con ella, con Allie, todo era diferente. Ya no la llamaba “gusano con lepra” ni “ogra mugrosa”; en cambio, se había encargado de hacerla sentir bien consigo misma y hermosa. Algo que para ella era irónico e incongruente.

Así que, tras analizarlo con sumo cuidado y delicadeza, decidió que Kevin Toms era tan agridulce como el mismísimo kiwi.

Como un kiwi, así veo a Kevin — respondió momentos luego.

— A ver, no entiendo. ¿Por qué como un kiwi?

— Porque es tan agridulce como uno.

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Espero que sea de su agrado el prólogo y el título. Hasta luego.

Como un kiwi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora