Pupa el choclito amarillo

2 1 2
                                    

Eran los meses más fríos pero los más importantes para mí, he escuchado que cuando la tierra se pone helada y el suelo bien seco, es el lugar perfecto para dar mi gran comienzo.


Mi nombre es Pupa y soy amarillo y hoy te cuento como nos conocimos yo y mis amigos.


Mi familia, mis hermanos, mis tíos, mi prima y mi primo venimos desde lejos, a recorrer nuevos terrenos baldíos.


Como tú, yo también fui una semilla, pero lo que me hace único es que en toda mi vida, jamás me he despegado de mi familia, crecimos bien juntitos en el huerto de Don Poncho, él era un granjero de aspecto algo ya cansado, bien mañoso y de mentón reseco, sus manos eran gordas y temblorosas.


Una vez por semana Don Ponchito, era como le decíamos de cariño, se acercaba con Doña Carmencha, a las hileras a traernos ofrendas, nos cantaba bien ronquito: Desde chiquitito me gustaban los sombreros de teatinas y ahora que te veo a ti choclito querido con dos cucharaditas de azúcar encima te espero recontento en mi cantina.


El campo donde hospedábamos era el cielo mismo, pues era fresco y tranquilo, pero de repente no había uno que otro pariente que nos sacaba de las casillas.


Era don Curagua la que se alborotaba cuando tremendo ni que Queltehue se le acercaba.


Doña Camelia más citadina era, la que andaba de punta en rojo por las filas, era está siempre la que opinaba: El aire es libre, pero estas aves se les olvida, que jugar y moverme para mí también es vida.


Sin embargo, el Chimbaronguino, era el que nos defendía porque con sólo una mordida él Pajarraco, se inflaba y se inflaba y al polvoriento suelo caía de golpe como saco.


Aunque a veces diferencias teníamos ni muy grandes, ni de muchos días, cada uno apreciaba la belleza en la que se convertía.


Don Poncho cada vez que nos regaba procuraba de que fuera agua limpia y cristalina, porque en ocasiones, uno que otro granjero no recordaba que de una vez por semana esa agua pura me alimentaba.


Somos unos simples choclos, que de diferentes partes veníamos, pero una cosa clara si estaba, cada uno al otro ya cuidaba

Cuentos De Nuestra TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora