0. "-Prólogo"

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Me encontraba en un viejo y abandonado parque a las afueras de Columbus-Ohío, mi ciudad natal, pensaba a donde demonios llegaría si seguía como iba. Nuca imaginé que a mis 16 años tendría que enfrentar tanta mierda junta, desde que mis padres se divorciaron hace seis meses todo se había ido a la verga, papá se fue con su amante a California, mamá estaba centrada en su trabajo, salía muy temprano, volvía muy tarde y estaba hundida en una  depresión que acabaría por joderla en su totalidad. Por otro lado con Carter, mi hermano gemelo, todo seguía igual, y yo bueno, se puede decir que di un giro de 360º, era respetuosa, dulce, tenia muchos amigos, un lindo novio, excelentes calificaciones, que  podría decirse  es lo único que no habia dañado de esa vida "perfecta"  que solía tener  antes de que mi familia decidiera irse a la verga, y, sí, admito que todo lo que había hecho había sido para llamar la atención de alguno de los dos seres que me engendraron fallando en cada uno de mis intentos. 

Conseguí una forma de olvidar temporalmente todo en lo absoluto mas aun dudaba de lo que hacía, no les voy a mentir, tenía miedo de volverme una drogadicta, pero simplemente mi cerebro no encontraba otra manera de olvidar, de dejar de sentir ese dolor y frustración que  me causaba todo lo que estaba sucediendo en mi vida. Mire el pequeño reloj que estaba en mi muñeca y  decidí que era hora de volver a casa ya que si mamá llegaba y no encontraba el auto tendría otro problema cosa que no necesitaba. Encendí la radio y conduje con calma mientras pensaba en todo y en nada.

 Estaba unas calles antes de llegar a casa cuando el estruendoso ruido las sirenas de la ambulancia o la policía, o ambas, realmente aun no las diferencio, llamó mi atención, poniéndome alerta de inmediato temiendo por mi madre. Por favor que no sea ella, por favor que no sea ella, rogué mientras pisaba el acelerador. Mis plegarias al parecer no salieron del auto ya que la ambulancia y la policía estaban frente a mi casa y alrededor de ellos muchos de nuestros vecinos. 

Baje del auto lo más rápido que pude y corrí hasta casa, sin importarme que uno de los policías me dijo que no podía pasar entré y me relaje al ver a mamá. Esta sensación se desvaneció casi de inmediato, si no era mamá entonces algo había pasado con Carter. .- D-donde está mi hermano. -Pregunté mientras mi cerebro formulaba mil respuestas a mi pregunta y ninguna buena. Mamá me miró casi de inmediato, su rostro estaba empañado en lagrimas y su mirada era escalofriante, me miraba con odio, rencor, asco .- Tú lo mataste- Gritó dolida haciendo que todos en la sala nos miraran atentos. -¡Maldita asesina, tú y tus malditas drogas lo mataron, tú lo mataste!- Grito una y otra vez mientras yo permanecía ahí, inmóvil, procesando las palabras de mi madre. Mi hermano estaba muerto, y mi madre estaba culpándome. -Y-yo no lo mate, no lo hice. YO NO LO MATE- Grite cual loca y salí corriendo en dirección a la ambulancia donde supuse estaría mi hermano.

-Quiero verlo.- Le dije a una paramedico que estaba en la puerta de la ambulancia. -Lo siento pero me temo que- -¡QUIERO VERLO MALDICIÓN, SOY SU HERMANA, QUIERO VERLO!- La interrumpí antes de que terminara de negarme ver a Carter. -Señorita cálmese-  Pidió la chica. -La dejare verlo pero tiene que calmarse. -Continuo diciendo. Cerre mis ojos y respire profundamente una, dos, tres, cuatro veces para abrir mis ojos -Quiero verlo- Pedí más calmada esta vez. La chica abrió las puertas de la ambulancia, de inmediato pude ver una camilla cubierta por una manta blanca y las lagrimas dijeron presente. Subí a la ambulancia, me acerque lenta mente, retire la manta y ahí estaba, con sus ojos cerrados y expresión relajada, parecía dormido. -Carter, despierta enano, vamos no puedes hacerme esto, no puedes dejarme sola con toda esta mierda, te necesito, eres lo único que me queda, te necesito, despierta por favor.- Susurre en su odio esperando que un milagro ocurriera, se levantara y me dijera que todo es una mala broma -Despierta por favor ¡¿por qué lo hiciste, te prometí que no lo haría, juro que no lo he hecho, dime por qué lo hiciste, por qué demonios lo hiciste?!- Continué susurrando en su oído  al mismo tiempo que brindaba caricias a su frio y pálido rostro. -Despierta, despierta, despierta- Rogué una y otra y otra vez. -Lo siento pero me temo que tenemos que llevárnoslo habló la chica de hace un rato y baje de la ambulancia sintiéndome totalmente destrozada, había perdido lo único que tenía en este mundo. Oficialmente estaba sola. 

 -¡Despierta, Sophie, despierta!. Escuchaba a lo lejos. -¡Despierta, joder!- Escuché mucho más claro que antes haciendo que despertada de forma abrupta. Me encontraba bañada en sudor y con lagrimas adornando mi rostro. -¿Qué pasa? ¿Estás bien?- Pregunto James preocupado y como respuesta me lance a sus brazos en busca de refugio. -Está bien pequeña, todo está bien- Susurro a mi oído. -Cinco años, cinco malditos años han pasado y sigo teniendo estos malditos sueños, sigo reviviendo ese día una y otra vez, se siente tan real- Dije entre cortada. -Todo está bien, ya paso, fue solo una pesadilla pequeña, tranquila. Volvamos a dormir, pequeña ¿quieres que me quede contigo?- Propuso mientras repartía besos sobre mi cabello -Por favor- Pedí de forma casi inaudible y así lo hizo, se acomodo en mi cama dejándome recostada sobre su pecho y proporcionándome pequeñas caricias al rededor de mi brazo hasta que caí nuevamente  ante los brazos del Morfeo.        

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