Esto es más bien un cuento cortito, por lo que no tendrá capitulos.
Eran cerca de las tres de la madrugada, volvía a casa después de estar en una boda con mis padres, los tacones ya me apretaban, el vestido me molestaba. Nos paramos en un semáforo, había muchas farolas apagadas, lo cual era bastante extraño. Me fijé en una ventana de una pequeña casita a mi derecha, vi algo. Miré de nuevo al frente y ese algo ya no estaba. "Igual me lo he imaginado, por el sueño" dije para mi misma presa del pánico.
Llegamos en casa en cuestión de minutos. Mis padres se quedaron un poco en el rellano, hablando con una vecina. Entré en casa. Encendí una luz. Ví a una niña con una tez muy palida, como si de sus venas no corriera sangre, vestía con un atuendo manchado por sangre, o eso creí. Sus ojos, sus azules y penetrantes ojos se cruzaron con los mios. Grité presa del pánico. Mis padres ya no estaban en el rellano, solo había manchas de sangre. Nerviosa, me encerré en casa. Intenté olvidarme de toda esta situación. Y, con paso tembloroso me dirigí a mi cuarto, quería cambiarme ya de ropa y abrí el armario. Allí estaba. La niña de esos penetrantes ojos.
-Hola, Emily- siseó, era pequeña. Parecía tener unos ocho años-
-¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre?-Dije en un hilito de voz.
-Sé más de lo que tu crees.
Entonces ella desapareció, y, en el lugar donde estaba ella estaba mi padre. Muerto. No tenía la camiseta y se veía como, desde el estómago se le salían los intestinos. Le toqué con la esperanza de que estuviera vivo. Bajé al sotano corriendo. Juraría que bajando me dí con algo en la cabeza. Encendi el movíl y use la luz para ver. Me había chocado con unos pies que colgaban por encima de mi cabeza. Me tiré en el suelo, inmóvil. Sabía que esa niña me iba a matar.
Me despierto otra mañana mas en aquel oscuro manicomio, las paredes de mi habitación estaban pintadas con dibujos de esa niña. Era yo. Yo había matado a mis padres.
