Capítulo 1 | Un restaurante

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La noche ya se presentaba en todas partes de la ciudad. La sensación de querer ir a alguna parte se hizo presente en su cuerpo, lo pensó unos momentos mientras veía los comerciales en la pantalla plana, para después levantarse de su cómodo sofá y apagar la televisión. Se dirigió a su habitación y con tranquilidad comenzó a buscar un atuendo en su guardarropa.

[...]

Paseó por las calles alumbradas por los altos faroles de la acera, observando como los autos se detenían frente a los semáforos en carmín, y avanzaban después de segundos en que se presentaba el verde. Mientras caminaba, pensaba en algún lugar que no estuviera tan lejos de donde se encontraba; ya que por ser de noche no quería verse en algún problema y menos estando sola.

Justo cuando iba a cruzar la calle al ponerse el semáforo en rojo, escuchó unas risas a un costado de ella, y vio a una pareja por el rabillo del ojo. Volteó un poco su cabeza para verles tomados de las manos, y sorprenderse. Ellos no fueron lo que le importó, sino el lugar del que estaban saliendo, pues era luminoso y se le hacía conocido.

Se acercó lentamente por la acera frente al lugar, hasta revelar que era un restaurante. Ya había visitado ese lugar antes, que por cierto era muy elegante. Solo que esa vez se encontraba acompañada de su par de amigas, celebrando que iba a dejar de vivir con sus padres para sobrevivir por sí sola.

Iba algo bien de dinero como para pagar su comida; desde las seis de la tarde no había comido, por lo que apenas rugiría su estómago. Cerrarían hasta media noche, y apenas eran las nueve; iba bien vestida, lo que agradeció.

Caminó para empujar la puerta y entrar allí. El lugar estaba casi lleno y la mayoría eran parejas, lo que le incómodo un poco. No Tardó tanto para que un mesero se acercara, y le indicara un lugar en la orilla y frente a una ventana. Pidió su orden después de leer la carta del menú por unos minutos, y el mesero se retiró con la orden en su cuadernillo hacía la cocina.

Se quedó ella sola viendo por la ventana la calle iluminada que estaba solitaria. Suspiró y decidió entretenerse con alguna cosa en su celular mientras llegaba su orden.

[...]

Ya había terminado de cenar y se encontraba ya pagando su pedido. Esperó unos segundos para que se le fuera entregado el cambio y se dirigió a la salida para ya volver a su departamento.

Al dar la vuelta en la esquina, se encontró a un chico sentado en la orilla de la banqueta, lo que le hizo sobre saltarse un poco. Suspiró y le miró un par de segundos. Su cabellera era rubia, pero en su costado izquierdo se podía ver su cabello a rapa color castaño, al igual que las puntas sobra su cuello; vestía con una camisa de manga larga arremangada de igual tono de su cabello y unos pantalones negros. Se encontraba de postura encorvada al frente, cabizbajo y con sus manos en su rostro.

Ella solo camino detrás de él sin tomarle demasiada importancia, para ir a su hogar lo antes posible. Pero, su mano había soltado su celular por accidente, dándose cuenta de esto cuando escuchó el golpe. Se volvió rápidamente, y pudo notar como el celular caía a un lado de el chico rubio, llamando la atención de este. La chica hizo una mueca de preocupación antes de acercarse y estirar su mano para tomar su pertenencia.

—Disculpeme —dijo antes de volver a su postura anterior, haciendo que el chico volteara de golpe su rostro hacia ella.

—¿M-Me... hablaste a mí? —cuestionó el chico, con lágrimas corriendo por sus mejillas al abrir con sorpresa sus ojos. La chica frunció el ceño confundida, y acomodó un mechón detrás de su oreja mientras miraba a su derecha y después al chico.

—¿Sí? —el rubio se levantó de golpe del suelo, alertando a la chica que instintivamente retrocedió.

—¡No puedo creerlo! ¡¿Qué demonios?! —exclamó acercándosele a la vez que tiraba de sus cabellos con una gran sonrisa de emoción—. ¡Estás viéndome! ¡Me estás hablando a mí! —comenzó a reír como un loco, asustando a la chica, que seguía retrocediendo. Cuando el chico limpió sus lágrimas, miró a la chica, o mejor dicho donde se encontraba, porque ya estaba a varios metros lejos de él—. ¡Hey! ¡Espera! ¡No te vayas! —y comenzó a correr tras ella lo más rápido que podía.

El corazón de la mujer estaba acelerado, sentía miedo y solo pensaba en llegar a su departamento a salvo. Escuchaba los gritos del chico tras ella, pidiendo que parara, pero por nada del mundo lo haría. Cuando cruzó la calle y pasó por la curva de la esquina, divisó el hotel donde se quedaba, alegrándola totalmente. Y para su suerte, también divisó la silueta del guardia que cuidaba la entrada.

Antes de mirar sobre su hombro para ver si el chico todavía seguía tras de ella, lo confirmó con un grito más de él, por lo que trató de correr más rápido. Cruzo de nuevo la calle y por fin llegó frente a la entrada del hotel, alertando al guardia.

—¡Detenga a ese loco! —exclamó mientras apuntaba detrás de ella antes de que entrara al hotel por la puerta giratoria; el guardia miró confundido a su alrededor, pues no había nadie más aparte de él.

Pasó sin dejar de correr frente al personal del hotel, también alertándolos por si era algún intruso, pero al detenerse la chica al presionar el botón del elevador, se dieron cuenta que era una clienta de allí, calmándose. Movía sus piernas con desesperación, como si quisiera ir al baño urgentemente, antes de adentrarse al elevador que ya se había abierto. Presionó el botón de su piso rápidamente y vio como el rubio pasaba por la puerta de entrada, mirando a su alrededor hasta encontrarla, comenzó a correr hacia ella mientras volvía a gritarle, pero la puerta del elevador se había cerrado a tiempo.

La chica se recargó en la pared, y se dejó arrastrar hasta quedar sentada en el suelo. Su corazón latía con rapidez y sus piernas se sentían débiles, pero no pudo evitar sonreír victoriosa por librarse de el rubio loco. Cerró sus ojos mientras esperaba llegar a su piso y calmaba su respiración. Segundos después escuchó en pequeño timbre y vio la puerta abrirse. Se levantó del suelo y salió a paso lento camino a su departamento. Al llegar, sacó su llave de su pequeña bolsa y abrió la puerta, observando por última vez el pasillo solitario para mirar a su costado y pasar su mano por la pared hasta encontrar el interruptor y encenderlo, iluminado todo el lugar.

Cerró la puerta con seguro y lanzó su bolso al sillón más pequeño, para después dejarse caer al sofá más grande con cansancio. Duró unos minutos acostada allí, hasta que sintió la necesidad de agua y se levantó para ir a la cocina por ella.

Se quitó sus zapatos cuando volvió al sofá y se dirigió a su habitación para buscar ropa interior nueva y su pijama, pues se daría un baño antes de dormir.

[...]

Al salir de su relajante baño ya vestida y con una tolla en su cabeza, se volvió a recostar en el sofá, con su celular en mano para mirar lo que pasaba en sus redes sociales. Al bostezar, se retiró la toalla y la colgó encima de una silla, apagó las luces de la sala y se fue a su habitación para descansar del día tan agotador que tuvo... Y también extraño.

Hubiera Muerto, Pero Te Conocí [BillCipherxLectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora