Capítulo 1

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Está claro, soy la persona con más mala suerte del mundo. ¿Os preguntaréis, por qué? Os lo explico, me mudo. Otra vez. Creo que he perdido la cuenta de tantas veces que lo he hecho. Y les puedo dar las gracias a mis queridísimos y encantadores padres. Y vosotros pensaréis:
"Pero si es bonito viajar, conoces a gente nueva, visitas bonitos lugares,..."
Y yo os diré: " ¿ Qué tiene de bonito estar viajando desde los 10 años y sin poder hacer amigos porque no sabes cuando vas a dejar de verles porque te tienes que mudar?".
Uyy, se me olvidaba presentarme y todo, me llamo Melissa Jackson, tengo 17 años y estoy en mi último año de instituto.
Esta vez nos hemos mudado a Marienville, Pennsylvania.
Es un pueblo muy bonito, y esta cerca del bosque, creo que es lo único por lo que no me quejado de la mudanza.
El viaje en el avión ha sido uno de los más largos que he hecho, pero ha valido la pena las vistas eran preciosas, quitando al hombre con sobrepeso que estaba a mi lado.
Pobre de él, tenía la frente perlada de sudor, manchas en las axilas, la respiración entrecortada,... Un poco más y le da un ataque de asma.
Casi beso el suelo en cuanto llegamos a tierra, mis padres se me quedaron mirando raro. No me importaba mucho. Mis padres me dijeron que me quedara sentada en los bancos mientras ellos iban a por el coche para poder ir a nuestra nueva casa.

Y ahí estaba yo, sentada, rodeada de maletas, con desconocidos caminando alrededor mío, esperando a sus seres queridos o despidiéndose de ellos,...
Vamos que me aburría mucho, para que mentir.
De repente, sentí una mirada penetrante en la nuca, y era muy molesta. Disimuladamente, me levanté, me di la vuelta y me estire como si me fuera la vida en ello.
Al otro lado del cristal me encontré con una mirada completamente gris, parecido al de las nubes cuando hay tormenta. Desde aquí no apreciaba el tono de ellos, pero la intuición me decía que eran claros.
Me quedé hipnotizada, admirando tales orbes que no me quitaban la mirada de encima. Todo lo del alrededor había desaparecido, solo éramos nosotros dos. Y así como vino, se fue.
En un parpadeo se fue de mi vista, me puse como loca intentando buscarle, pero no lo conseguí. Pensé en ir a buscarlo pero no podía dejar las maletas solas. Así que sin más opción, me senté resignada pensando en aquellos ojos.

Estuve pensando en ellos hasta que llegaron mis padres con las llaves del coche.
Mientras cogíamos las maletas y nos dirigimos hacia el coche, papá hablaba de la casa que nos había conseguido.

—Te lo digo, mujer, te va a gustar la nueva casa — dice papá.

—Yo no quiero una casa nueva — replica mamá

— Pero ni si quiera a la has visto. Es idéntica a la que teníamos — señala papá — Son casas separadas al ... construir.

Mamá le echa "la mirada asesina", que consiste en mirarte directa y fijamente a los ojos sin pestañear hasta que uno de los dos quita la mirada (normalmente siempre gana mamá).
Ella echa "la mirada" cuando yo suspendo alguna asignatura y/o cuando papá no hace lo que ella dice.

—Me da absolutamente igual que sean iguales. Yo quiero la casa de la otra ciudad, MI CASA, no otra. —respira profundamente — ¿Acaso tú sabes todo el dinero y el esfuerzo que me costó decorar la casa?
¿Todo el tiempo que me pasé buscando muebles, cuadros, moquetas, alfombras que combinaran todos entre si, y además que quedaran bien con el estilo de la casa?
Tu no sabes lo que me costó encontrar el color blanco roto hueso para las habitaciones.
¡Estuve 3 semanas recorriendo Los Ángeles intentando encontrarla. — recrimina mamá.

—¿Es cuando te fuiste a Nuevo México? —le pregunto.

—Si.

—Espera un momento, ¿cuando te has ido a Nuevo México? ¿Y por qué no me lo habías dicho? — pregunta papá empezando a enfadarse.

Mamá se le queda mirando mal y dice lloriqueando ligeramente:
—Ves, no te importo. Te lo dije por la mañana , deje una nota pegada en la puerta de la nevera y después te puse un mensaje. Ni si quiera te enteras de cuando estoy o no en casa.

Papá me mira alarmado, pidiéndome ayuda con la mirada. Iba a decir algo pero lo interrumpo antes de que diga alguna tontería.

—Papá, por si no te acuerdas, es cuando vimos el partido de fútbol.

— Hija hemos visto muchos partidos — responde irónico.

—Me refiero ¡AL PARTIDO!

Papá se queda pensativo por un momento —Oh, ese partido. ¡El mejor partido de mi vida! —exclama emocionado.

Mamá le mira afligida, tira las maletas al suelo y se va casi corriendo a la salida. Papá como puede coge las maletas y va detrás de ella añadiendo un : "Pero te eche muchos de menos, pichoncita mía."

Yo fui más lento buscando por los alrededores al propietario de esa mirada que me había cautivado tanto.   





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⏰ Última actualización: Jun 26, 2020 ⏰

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