El sonido de la ducha fue lo primero que oyó cuando recuperó la conciencia. Su cuerpo dolía a mil horrores y su garganta quemaba como si se hubiera tragado hasta el mismo sol. Suspiró agotado. Los recuerdos de lo ocurrido en la noche anterior volvían poco a poco como un pequeño cortometraje antiguo. Recuerdos que eran confirmados por el dolor en su cadera y por las numerosas marcas moradas que encontraba alrededor de su cuerpo.
Se incorporó con un quejido. El viejo de la noche anterior no había tenido escrúpulos al momento de penetrarlo. La preparación había sido rápida y básica, casi podría jurar que lo había hecho con un virgen. Pero la manera en que fue follado y como lo hizo gemir contra las blancas sábanas le dejó bastante claro en su momento que todo estuvo calculado de antemano.
Aun así, de todo lo que recordaba, lo único que escapaba de su joven mente era el nombre de su acompañante. Que desperdicio.
Dejó de oír el sonido de la regadera, para reemplazarlo por el de una puerta deslizarse. El famoso baño que tanto había ocupado el desconocido anoche al parecer se unía a la habitación por una detallada entrada de madera pulida. Además, por lo que veía, desde ahí salía un leve vapor que poco a poco inundó el suelo del cuarto.
Se paró apresurado. El alcohol en su sangre había sido drenado junto con su tan "participativa" personalidad. De alguna manera ahora le avergonzaba el hecho de que el extraño lo viera desnudo...y lleno de semen seco en el estómago.
Debió de hacerlo con un poco más de cuidado.
—Hey, mocoso. El baño está… ¿¡Qué demonios!?
Joder que vergüenza...
— ¡U-ugh…!
Había salido corriendo en dirección al baño conteniendo una arcada, empujando al mayor en el proceso. Buscó a tientas el retrete y se arrodilló mientras sentía como expulsaba todo el contenido de su estómago en el. Su rostro se tornó rojo mientras trataba de no ahogarse con su bilis. Sintió como hasta su respiración se veía llenada de ese asqueroso sabor.
Quiso llorar. Vomitar después de emborracharse siempre le arruinaba el día, por no decir que quedaba con el gusto totalmente arruinado. Su abdomen dolía y su audición no captaba más que un leve pitido en la nada.
—Qué mocoso tan sucio…
Notó como una mano se posaba en su espalda y le daba leves palmaditas. Abrió los ojos sorprendido. El extraño se estaba comportando sospechosamente amable para ser alguien que solo conoció la noche anterior. Y por un momento, no más de un segundo, pudo ver en esa mano las callosidades tan características de su padre, y sentir las palmadas justo detrás de su nuca que le había dado en su primera borrachera.
"Mira que soportar tan mal el alcohol hijo mío... igual que su madre"
Los recuerdos eran hermosos, aun si ahora solo había odio en ellos.
—Mira que no poder soportar tan poco, Jaeger.
Abrió los ojos sorprendido apartó de un manotazo la mano del azabache. Este no se inmutó y en cambió le pasó una toalla y su ropa cuidadosamente doblada.
—La ducha es toda tuya. Toma. —Le entregó el cepillo de dientes que si no mal recordaba, había ocupado la noche anterior. —No te molestes en devolverlo, qué asco.
Se quedó en silencio, aceptando los objetos al mismo tiempo que contempló como el mayor se retiraba del cuarto de baño.
A pesar de sus cortantes palabras, no pudo evitar sentirse de alguna manera...cálido…
Debía de ser su cabeza en estado emocional después de vaciar su estómago. Ahora solo se limpiaría y partiría a buscar algún trabajo. Realmente necesitaba dinero con urgencia.
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SilverMurder
RomanceEren Jeager, diecisiete años. Abandonado ese día por su padre a causa de su sexualidad termina yendo un Pub junto con sus amigos a olvidarse de ese fatídico día. Con el alcohol circulando su sangre, recibe la bebida de un misterioso hombre con clara...