el encuentro

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Abrí los ojos despues de haber tenido un agradable sueño, obviamente no había príncipes (no creo en estas historias de amor con finales felices. Ni creo en los hombres) pero sí había un magnífico escenario, donde la gente venía a oirme cantar.
¡¡JODER!!! Eran las diez de la mañana, Antolyn iba a matarme, ya que siempre libramos las cartas a la primera. Tomé la primera camiseta que encontré, tomé unos vaqueros cortos desgastados y a tropezones busqué mis zapatillas debajo de la cama, hallé mi gorra y solo tuve tiempo de lavarme los dientes. Tomé el Sket y bajé las escaleras de la pensión saltándolas. Una vez en la calle, me puse sobre mi tabla colgando el bolso donde pongo los sobres como una bandolera.

Llegué tan rápido como pude, y como lo supuse, Antonio estaba ya hinchando de rabia detrás de su escritorio, compuse mi mejor cara de chica pequeña y caminé con mi tabla hasta su escritorio.

-Llevas varios días llegando tarde,Ambar.-dijo en cuanto entré en su despacho. La vena de su frente estaba himchando y sus ojos contenían la misma cantidad de las de un pero rabioso, lo que significaba que las cosas estaban peores.

-Lo siento Tony.-la verdad era que de alguna manera había algún tipo de relación amical entre este hombre que muchos temían y que yo veía como cualquier otro-. He tenido una noche muy mala.

-El lunes tuviste una noche mala, el jueves pasado también, el martes....

-...el martes se murió mi pobre gatito.

Antonio respiró ondo, conteniendo las ganas de chillar o de saltar por la ventana. En cierto modo yo le cansaba, y las malas lenguas andaban diciendo por ahí que me había hecho su amante, por eso me toleraba tantas tonterías, pero como siempre,lo que diga la gente, nunca ha sido mi mayor intetes.

-Ambar, te han hecho un descuento.

-Pero...Tony, vos no podes hacerme eso, tengo una pensión que pagar y alimentos que comprar...

Antonio se puso en pie, se acercó a la mesa que había junto al ventanal, tomó la gran cantidad de sobres que ahí había y me las entregó.

-Lo peor no es eso, lo peor es que pueden expulsarte si no te esfuerzas.

-Claro, y cuando lo hago bien no hay un aumento.

Guardé las cartas en el bolso. Tomé mi tabla nuevamenten y salí del gran edificio. Conecté mi Ipod con los auriculares y patiné por las calles de Buenos Aires escuchando a Jennifer Lopez ain't your mama.

La carretera se había llenado de autos, impidiendome pasar, por lo que no me quedó de otra que ir saltanto encima de ellos. Algunos bajaban de sus autos al escuchar el ruido que provocaba mis pisadas sobre el hierro, y otros seguramente me andaban insultanto, mas no los presté atención y seguí hasta la mansión donde más correos tenía. Me detuve en la caja de los correos, busqué los sobres que eran rededor de ocho. De pronto, vi que se estaba abriendo rl enorme muro, y que un lujoso auto oscuro iba a entrar, mas se detuvo un instante y de ahí vi bajar a un muchacho muy guapo, de bellos ojos profundos, de pelo bien peinado y elegante. Fingí no haber visto cómo se acercaba y seguí buscando los sobres.

-¡Hola!.-dijo él. Levanté la mirada.

-Sí. -dije sjn darle tanta importancia, estaba pensando aun en mis problemas, en cómo pagaría la pensión si Antonio llegara a reducirme el dinero.

-Por si no te diste cuenta, golpeaste mi auto hace unos minutos.

Levanté la mirada hacia su lujoso y oscuro auto. La verdad había perdido la nosión de autos que había golpeado para atravesar la calle.

-¿Y ha sufrido algún daño?

-La verdad es que no.

Me encogí de hombros.

-¿Entonces de qué me acusa?

-En realidad no la acuso, solo quiero saber su nombre.

En este momento vi que se abría la puerta del copiloto del auto, de ahí bajó una chica bastante hermosa (no lo podía dudar) de pelo largo y rojo vino, de piel blanca, y de ropa elegante, como el chico que estaba delante de mí.

-Simón, mi amor...¿falta mucho?

Sonreí levantando una ceja.

-Tu novia te anda reclamando, ve a su encuentro.

-¿Puedo al menos conocer tu nombre?

-Ningún chico que no me caiga bien puede conocer mi nombre.

Él sonrió por un lado, haciendo que dentro de mí se produzca una extraña sensación.

-O sea, que te caigo mal...lero si no me conoces.

-Ya te conozco, tenes novia e intentas ligar conmigo.

Simón volvió a sonreir y me miró fijo a los ojos.

-No intento ligar con vos.

-¿Entonces?

Simón me quedó mirando unos instantes, golpee los sobres contra su pecho, él los tomó. Me agaché para tomar mi tabla y el bolso.

-Cuando tenga claro porqué se acercó a mí, hablaremos.-empecé a caminar para salir de ahí.

-No tengo tu número, ni conozco tu nombre.-sonreí y lo miré.

-Dejemos todo en manos del destino.

Salí de ahí patiando, rogando tener fuerzas suficientes para no voltearme y verlo, no quería que pensara que me interesa. Si algo tenía claro, era que jamás me volvería a enamorar, ni a confiar en los hombres.

Entregué todos los sobres y volví la empresa, donde encontré a Antonio hablando con su auperior, de modo que tuve que esperar en la sala. Me senté a escuchar la música que tenía en mi Ipod ladeando la cabeza. En cuanto salió el superior, que parecía muy enojado, entré yo.

-¿Qué ha pasado?

-Han llamado al superior, todos los que tenían que obtener sus correos esta mañana se han quejado....el director quiere que te largues.

-...pero Tony, vos sabes que no tengo otro trabajo y debo pagar a Raisa en unos días.

Él suspiró con lentitud, y muy apenado, porque yo sabía que mi situación no le agradaba, él me quería como una hija (diría yo) o hermanita.

-Lo siento Ambar, no puedo hacer nada, tendrás que buscar otro trabajo.

Él tomó un dinero en su cajón y me lo entregó.

-Así que es definitivo.

-Lo siento mucho.

Tomé el dinero y salí de la oficina de Tony.

Ahora me sentía como un bebe en la encubadora, era como empezar de cero y lo que tenía ni siquiera me alcanzaba.


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Los errores serán corregidos después, así que perdonen los dedazos.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2016 ⏰

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