Deseos lejanos

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Oscura noche, luminosa vela. Clara luz que llena la escena entera.

Maquina de escribir que crea ilusiones, contando historias de lejanas regiones.

Un hombre en un bar con su copa, en sus historias es un aventurero que a un agujero asoma. Observa un ídolo, un premio, un trofeo; pero nada importante, oro mero.

Se imagina en historias que se hacen realidad, que el mar puede cruzar o la luna tocar. Pero es todo falso, excepto en los libros, que en las noches solitarias son sus mejores amigos.

El hombre escribe, el aventurero viaja,pero los libros son lo que a los dos los enlaza.

Ahora escribe sobre lo que el aventurero anhela, viajar como un pirata de negra bandera.

El pirata viaja surcando los mares,
rodeándose de marineros de corazones audaces. Cabalgando olas en un gran navío, realizando actos impíos y dejando galeones limpios. Llegando a rincones recónditos e indómitos.

Pero hay algo que el oro no puede comprar, algo que al pirata más rico le falta, ningún lugar alcanza a ser su hogar.

El pirata desea dejar su historia escrita, no ser olvidado por nadie. Dejar un legado que se transmita, que en el futuro haya alguien que aún lo recuerde. Tanto como en el presente.

El aventurero viaja, el pirata navega, pero loa libros son aquello que a los dos conecta.

Así como ha oído en canciones y ha leído en historias, de juglares en épocas remotas, que transmiten la historia de quien alcanzó la gloria.

Pero los juglares también son incomprendidos. Ellos cantan las historias pero no pueden dejarlas en los libros. Cantan y tararean, viajan y juegan, pero no saben escribir apenas. Cuando ellos se marchen la historia se irá con ellos, a no ser que alguien la recuerde de sus bellos versos y las sensaciones que transmiten. De no ser por los juglares, nadie conocería los ardides de aquellos rebuscados personajes.

Ellos quisieran aprender a relatar en papel y no vender palabras, quisieran tener una maquina que las pueda dejar grabadas. Saber usarla y aprovecharla, pero no resulta posible, no existe esa maquinaria, no es algo factible, tendrá que seguir cantándolas en fiestas y desfiles.

El pirata navega, el juglar compone, pero los libros son lo que ambos dos conocen.

El juglar canta, el escritor relata, las historias a los dos enlazan.

El escritor piensa en su obra y al leerla se asombra. Todo lo que él desea otros lo desechan y hace lo que los demás quisieran, sin apenas darse cuenta.

Ésta es una lección para los inconformistas, olvidaos de los problemas, mostrad vuestras sonrisas. Pues aquello que tu tienes, aquello que ignoras puede hacer feliz a cualquier otra persona.

:) por Wilding_Rabbit

Cuentos AjenosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora