Prólogo

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19 años atrás...
Todavía no podía creer lo que el destino puso ante mis ojos y lo agradecida que estaba por hacerlo, conocerlo fue una de las mejores cosas que le había pasado en toda mi vida, aunque conocí a muchos hombres a lo largo de mi vida...él tenía algo especial, algo que me hacía querer dejar todo de lado y pasar el resto de la eternidad con él.
Un suspiro salió de mis labios cuando recordé lo que Damian me dijo la noche anterior y lo qué tuve que decirle a cambio. Desde el primer día supe que él tenía un secreto y él sabía que yo también tenía uno, poco sabíamos que nuestros secretos eran casi los mismos.

Estábamos comiendo en silencio, algo muy raro ya que siempre teníamos algo de que hablar, él se aclaró la garganta haciendo que lo mire y notando por primera vez que parecía nervioso, lo mire con el ceño fruncido preguntándome qué es lo que le pasaba.

-¿Estás bien? -le pregunté insegura- ¿querés que te traiga algo?

-No no, es sólo que...- hizo una pausa mientras suspiraba- hay algo que tengo que decirte, pero no sé cómo vas a reaccionar.

Al escuchar esas palabras mi corazón se detuvo por unos instantes para después volver a latir, lo miré directamente a los ojos y lo único que podía pensar es que estaba completamente y locamente enamorada de ese hombre, no creía poder soportar que rompa mi corazón.

- Sabés que podés decirme cualquier cosa, no importa cuán feo sea -le dije, mientras el me miraba intensamente, como si estuviera tratando de grabar mi rostro en su mente.

- No es algo que se dice a la ligera, esté es mi secreto y espero que entiendas porque no te lo dije antes -me dijo- primero que nada quiero que sepas que mi nombre no es Damian -mis ojos se abrieron sorprendidos y lo mire en shock, iba a hablar pero me miró serio así que dejé que continuara- en realidad mi nombre es Rafael, soy un demonio y se que...

Me levanté de golpe y no lo dejé terminar porque en el instante en que ese nombre dejo sus labios mi sangre se congeló. Lo mire en completo estado de shock, mi pecho subía y bajaba, mi respiración acelerándose con cada segundo que pasaba.

- Mierda... - fue lo único que pude susurrar.

Él me miraba con ¿miedo? Era difícil leer sus emociones en este mismo instante, lo único que pude hacer fue mirarlo y supongo que le pasaba lo mismo porque ninguno de los dos se movió y creo que hasta ni respirábamos, no podía creer lo que estaba pasando, pero no estaba siendo justa, yo también le estaba ocultando un secreto. Así que decidí decírselo y arriesgarme a las consecuencias.

- Dios, Damian...Rafael, decime que esto no es una puta broma - susurré para luego esconder mi cara entre mis manos, no sin antes ver cómo negaba y decía que no- porque mi nombre es Jeliel y soy un ángel.

Me miró sorprendido y abrió la boca para decirme algo, pero unos instantes después la volvió a cerrar sin saber que decir. Fueron unos minutos eternos sin que ninguno de los dos pudiera volver a hablar, hasta que volvió a hablar.

- Quiero que sepas que no me importa que seas un ángel y que te amo, aunque me cueste mi libertad y tenga que volver al infierno, quiero pasar el resto de mis días con vos. Y si tengo que luchar para estar al lado tuyo, lo voy a hacer. Voy a protegerlas no importa el precio que tenga que pagar.

Cuando terminó se paró, rodeo la mesa hasta donde estaba y me abrazo. Y lo dejé hacerlo, porque tenía razón, no importa lo que pase siempre lo voy a amar y siempre vamos a estar juntos, los tres.

Somos un ángel y un demonio, muchos nos van a cazar y no se van a dar por vencidos hasta que nos vean separados pero lo que ellos no saben es que nosotros tampoco nos vamos a rendir, porque ya no somos dos, estoy embarazada.

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Bueno, yo sé que no será el mejor prólogo pero es la primera historia que empiezo a escribir, nunca escribí ninguna así que espero sepan perdonarme.

Luziel: Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora