Prólogo.

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Siete años antes...

—Vamos al cine. —mandó Peyton con tono autoritario a sus amigas.

—Pero no quiero ir, sabes que en estos días estoy bipolar. —Karisma se cruzó de brazos, negándose por completo a ceder a la orden de su amiga.

—Vamos a ir, además, ya compré los boletos. —esta vez habló Daphne, apoyando a Peyton, quien sonrío triunfante viendo que su amiga bufó en forma de rendición.

—Quiero chocolate. —habló Asma (Karisma), como le decía su mejor amiga, después de unos segundos de silencio.

—Te compro tres barras de chocolate extra grandes y una Coca-Cola grande, ¿va? —contesto rápidamente Daphne.

—Comida gratis. —comentó alegre y se encogió de hombros, tendría que entrar al cine ahora sí porque sus amigas le ofrecían comer gratis.

Condujeron hasta la dirección del cine, llegando minutos antes como lo tenían previsto.

Se encaminaron para comprar lo antes mencionado, entre otras cosas, después de que les entregaran todo pagaron por ello. Fueron a la sala porque la película estaba por empezar.

Mientras tanto...

—Renoo. —gritó Clazel a su amiga Serenity. Ella así la llamaba porque según, le sonaba así—Reno, Reno, Reno, Reno, Reno. —repitió varias veces mientras saltaba en la cama. Serenity cruzó la puerta y se cruzó de brazos frente a la rubia.

—¿Qué sucede, Mezcal? —Clazel, al escuchar el horrendo apodo que su amiga le había puesto, dejó de saltar y la miro fulminante.

—Sabes que ese apodito no me gusta. —le contestó bajando de la cama, mientras en el proceso la acusaba con su dedo índice.

La castaña rodó los ojos.

—¡Eh! No ruedes los ojos a los mayores. —le dijo y le dio un zape.

—¿Qué te pasa calabaza? —le escupió la castaña.

Clazel se quedó callada por un rato, estaba pensando qué era lo que le iba a decir a su amiga, porque se le había olvidado.

—¿Para qué me llamaste? —recordó Serenity, haciéndole recordar a Clazel.

—Ah si si. —le dijo ella—hay que ir al cine, dicen que hay una película buenísima. —chilló de la emoción.

—¿Ah, sí? ¿Cuál?

La rubia puso su pose de pensadora.

—No recuerdo el nombre, pero sale el papasito de Zac Efron. —y al decir el nombre de su amado, suspiró.

—Sabes que a mí no me gusta ese tipo tuyo. —exclamó la castaña sentándose en la cama.

—Vas a contaminar mi cama con los gérmenes de tu trasero. —le apuntó la rubia, y Serenity solo puso los ojos en blanco.

—Si serás idiota. —gruñó.

—¿Entonces que, vamos? No hay nada más que hacer. —lo último lo dijo cantando.

—Bueno, no me queda de otra.

Las amigas se alistaron, se vistieron de la manera en que no sufrieran frío en las piernas, y se llevarían un suéter por si le da frío en los brazos. Llegaron al cine en el auto de la mamá de Clazel , quien fue a dejarlas y se fueron a formar para comprar los boletos.

—¿Vamos a pedir palomitas?—cuestionó Serenity.

—Obviamente si. Sin palomitas no es cine.

¡Houston, tenemos problemas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora