El despertar

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Sentí una frescor constante en la espalda, en la nuca y en mis piernas desnudas. Abrí los ojos, el cielo estaba sobre mí.  Amanecía; un difuminado color índigo predominaba en ese desconocido lugar.

Me levanté del suelo. Llevaba puesta una camiseta larga y beig, la que siempre utilizo para dormir. Apenas me llegaba hasta las rodillas, estaba pálida y no dejaba de temblar así que me agaché y comencé a frotarme las piernas para poder entrar en calor.

Sentí una dulce olor cerca de mí. Me resultaba muy familiar. Algodón de azúcar. ¿De dónde provenía? Las ansias de encontrar el lugar de dónde venía ese aroma, cada vez eran más persistentes, pero no conocía ese sitio. Es que ni siquiera sabía qué hacía allí.

-Bah, me da igual- pensé, no quería invadir mi mente de pensamientos inútiles.

Comencé a correr, aunque descalza. Más allá había árboles muy altos, con copas verdes y voluminosas recubiertas de nieve. Ésta daba un efecto de dibujo al paisaje que vislumbraba. Me fascinó. No dudé en ir hacia allí.

Corrí con furia, estaba muy contenta. Me sentía libre, tanto que comencé a elevarme poco a poco del suelo. Parecía una pluma, no pesaba nada y sin quererlo me elevaba más y más. Mi euforia aumentaba, cada vez iba a más velocidad la sangre de mi cuerpo a través de él. Mi rostro estaba lleno de color. La energía de mi verdadera alma había salido a la luz, al fin.

MoonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora