Capítulo 3: Introducción a mi especie.

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-Hace cien milenios, se crearon las razas del Submundo. Una de ellas son las brujas-explicó ella-Todo iba bien. Vivíamos en armonía con las otras especies. Pero un día, la reina Morgana se enamoró de un hermoso demonio llamado Raziel, que además, era el rey. Su amor era tan poderoso y tan perfecto, tan sólo debían mantenerlo en secreto. <<Sin embargo, un día decidieron ir a un bosque a celebrar que la reina estaba embarazada. Por suerte aun nadie lo había oído ni notado. De repente, un pequeño demonio pasaba por allí y pudo oírlo todo. El pobre inocente fue corriendo hasta el reino para informar al pueblo de lo sucedido. Para cuando habían llegado, ya no estaban ni Morgan ni Raziel. Al día siguiente, el pueblo raptó a la reina Morgana y la quemaron en la hoguera. Cuando nuestro reino se enteró de lo sucedido, raptaron al rey Raziel y lo torturaron de la peor forma posible; le cortaron las alas y lo hechizaron con la inmortalidad para vivir el resto de sus días en la penumbra y el dolor>>

-Y ¿Luego que ocurrió?-pregunté sorprendida.

-Desde entonces, hubo guerras, numerosos ataques e incontables muertes-dijo la directora con tristeza-Pero lo que poca gente descubrió fue que Raziel lo tenía todo planeado. Él mismo enamoró a Morgana para luego asesinarla. Nunca se había fiado de las brujas.

Hubo una pausa silenciosa muy larga. Necesitaba asimilarlo todo. Jessica le dio una larga calado al cigarrillo y me dijo:

-Nunca debes fiarte de un demonio. Son hermosos pero te engañan con mucha facilidad-hizo una pausa-Lo único malo es que es casi imposible detectar a un demonio ya que tienen aspecto humano como nosotras. Lo único que les diferencia son sus enormes alas. Tienen plumas negras cómo el carbón, igual que sus almas.

-¿Tienen alguna otra particularidad que deba conocer?

-No estoy segura-dijo con la mano en su barbilla-Pero tranquila, aquí estarás a salvo.

-De acuerdo-sonreí.

-Ya puedes volver a tu habitación.

Asentí y salí del despacho. Al salir, vi a varias chicas caminando por los pasillos. Todas parecían tener entre 16 y 19 años. Sin más remedio, subí las escaleras y fui a mi habitación. Cuando entré, vi a una chica de pelo negro y ondulado y de ojos de un azul cristalino intenso. Llevaba una camiseta azul con degradado y unos pantalones largos y negros.

-Tu debes ser Noah, ¿no?-dijo ella-Yo soy Alice, tu compañera de cuarto.

-Qué bien.

-Te acostumbrarás a esto. Suele estar muy bien hasta que te encuentras con Sam Bridge-dijo fingiendo una sonrisa-La bruja más presumida que puedes encontrar así tan sólo por haber desarrollado tres poderes-suspiró-Menuda idiota.

-Ya he aguantado a suficientes idiotas durante toda mi vida-dije-Supongo que podré con una más.

-Créeme, ésta es especial-hizo una pausa-Bueno, ¿Cuál es tu poder?-preguntó Alice en tono divertido.

Pensé en la furia que había sentido cuando estaba en el salón con Jessica e hice que las ventanas del cuarto se cerraran con rapidez. Ni siquiera sabía que pudiera hacer eso.

-Telekinesis-hice una pausa-¿Y tú?

-Teletransporte-entonces su cuerpo desapareció y apareció en la silla del fondo. Luego se tele-transportó y acabó a mi lado otra vez. Luego se dejó caer sobre la cama.

Me dejé caer sobre la cama a su lado y mientras hablábamos, me fijé en su rostro más de cerca. Tenía unas pestañas largas y finas. Unas pequeñas pecas muy notorias. Sus ojos eran grandes. En cierto modo, irradiaban misterio y felicidad.

Me habría gustado ser tan guapa como Alice. No es que me odiara a mi misma o algo parecido, simplemente me hubiera gustado tener un aspecto tan bonito como el suyo. Su rostro en sí era llamativo. El mío era como el resto. Ojos marrones y pelo liso y marrón. Nada del otro mundo.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2016 ⏰

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