Antes y Después de Partir

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Muchos dirán -personas que fueron allegadas a mi- que debí haber sufrido cuando morí.
Pero no fue así. Fue todo lo contrario.
Como si nada hubiera pasado, de hecho, ni siquiera me moví cuando ese autobús paso sobre mi, solo me quede mirando como el conductor intentaba frenar, hasta quedar completamente volcado.
Muchos gritos -demasiados diría yo-, llegaban en cada esquina y los que no gritaba solo observaban, o comentaban con los demás, o tomaban fotos. Hay gente para cada cosa y lastimosamente hay quienes les gusta ver el sufrimiento ajeno, no solo el de ser el único chico que por haber intentado salvar a un pequeño que corría por su pelota en medio de la calle fue tirado a mas de seis metros de la escena, si no también por las personas que estaban dentro de ese autobús.
No llegue a preguntarle nada a nadie cuando me encontré después de sobrepasar a la gente -En ese momento me di cuenta que había muerto, solo que no tenia miedo.
Estaba en una posición bastante extraña, como si fuera un espantapájaros que estuvieran rehaciendo, pero no lograba ver mi cara -tampoco quería hacerlo. Prefería mil veces recordarme como era, un chico de veinte años que llegaba tarde a su clase, sin desayunar, sin ninguna meta en los próximos años, etc, etc.
No puedo decir que hice mucho en mi vida humana, era como todos y cada uno de los humanos.
Intentaba estar al día con mis asignaturas en la universidad. Me esforzaba en ser pulcro y limpio en mi trabajo. Hablaba con algunos familiares y amigos cercanos, pero en si, no hice mucho, ningún logro, ni viajes, aventuras en el bosque o por el ártico, o en Egipto, que es donde deseaba desde pequeño ir y observar los sarcófagos donde descansaban los restos de antiguos faraones.
Tampoco dejaba mucho en la tierra, no tenia esposa e hijos a quien lloraran por mi muerte, bueno, mi madre si que lloraría, mi padre quizás este algunos días en depresión, pero como cada verano, se ira y entraran nuevas personas en su vida, quizás tengan otro hijo y yo solo seré un recuerdo del pasado.
- No tenías mucho porque vivir ¿no es así? -me dijo una voz angelical detrás de mi. Cuando me volteo a la defensiva, me quedo sorprendido al verla/o.
Era una criatura con una forma bastante peculiar, tenia la cara de una chica pero no tenia pechos, y tampoco tenia piernas que pisaran la tierra, solo flotaba en una cortina de humo azul como todo su ser, sus grandes ojos negros me miraban con intensidad, no se si con malicia o por curiosidad.
Era tan grande su magnificencia que me hizo arrodillarme -como un príncipe o cortesano de las obras de Shakespeare y presentarme con amabilidad.
- Me llamo Will... perdón, me llamaba William.
- Te conozco -me decía sin gesticular o mover los labios, todo telemáticamente.
- ¿A si? ¿Cómo? -le pregunte sorprendido.
- Nosotros siempre estamos con ustedes.
- ¿Que quiere decir con nosotros? - y es cuando los veo, criaturas igual que la que estaba enfrente de mi, solo que con diferentes formas.
- ¿Son ángeles? -pregunto aún mas asombrado. Jamas había creído en magia u otra cosa paranormal.
- Podrían algunos considerarnos con ese honor pero no, solo somos criaturas que viven en el aire, el fuego, la tierra y el agua.
- ¿Los cuatro elementos?
- Exacto -decía sonriendo-. Cada uno tenemos nuestra función, y es nuestro deber mantener la paz tanto en el mundo de los mortales como en nuestro mundo.
- ¿Hay otro mundo? -le pregunto confundido- creía siempre que no había nada mas después de la muerte.
- Siempre hay caminos después de la muerte, solo depende del alma en hacer su elección, así como ellos, por ejemplo.
Me volteo en dirección al autobús volcado, ignorando a los bomberos y paramédicos que ocupaban la zona. Pude ver alguno de ellos caminando en dirección hacia las criaturas de aire.
- ¿Esta muertos? -susurré.
- Algunos. Otros tuvieron mas suerte. -decía sin sonreír, los miraba compasivo, incluso triste.
Habían mas de doce personas en mi estado que no podían creerse lo que pasaba, incluyendo un pequeño niño de siete que no paraba de llamar a su madre -quien estaba en el camión de la ambulancia- sin ninguna respuesta.
Fue cuando una criatura flotante de color amarillo verdoso lo cargo entre sus brazos hasta una especia de cortina de luz fosforescente. Otros eran iguales, pero había tres de otros colores; amarillo, blanco y uno que se distinguía de los demás que era de un color marrón con un iris negro verdoso. Tenia la cara de un puma, colmillos bastante afilados, el torso peludo pero al igual que las demás, flotaba en una cortina de humo solo que oscuro.
La criatura miraba sonriente a su alrededor con cierto aire de malicia, hasta encontrar a dos personas, un hombre de mediana edad y otro joven de unos dieciséis que aun no caían en la cuenta de que estaban muertos.
La criatura los agarro del cuello, obligándolos a estar a su merced mientras un remolino del mismo color se habría con una potente aurora roja, hasta que junto a ellos desapareció al cabo de dos segundos.
- ¿Eso que fue? -dije exaltado, de pronto volví a temer- ¿Por que los trato diferentes de los demás? -se preguntaba observando a los algunos irse en otras direcciones tranquilamente, mas que todo con las criaturas blancas.
- Porque son almas corrompidas. -me dijo seria.
- ¿Eso que quiere decir?
- Que fueron almas malas, que no aprovecharon su oportunidad con los mortales, obraron e hicieron mal, ya sea desconocidos o con personas cercanas. Y ese es el castigo.
- ¿Entonces irán al infierno?
- No realmente -dijo, mirando los camiones de bomberos llegar a apagar la explosión que hace un rato pero el camino al que van es incluso peor que el mismo. Entre la tierra el cielo y el infierno es un camino muy largo, pueden incluso pasar siglos antes de que se le condenen por sus crímenes.
- Y eso en donde me deja a mi... ¿Contigo? Eres de diferente color y no me has dicho el porque no estoy como ellos. -con eso quiero decir; abatido, furioso, triste o... en paz, como siempre creí que estaría si muriera, pero no siento nada de esas emociones, o si las tengo.
- Porque estas confundido.
- ¿Y eso que tiene que ver? -replique-. Es obvio, acabo de morir y no se que hacer al respecto, por supuesto que estoy confundido.
Me miraba paciente, mas de lo que yo hubiera esperado.
- Para algunos es distinto y para otros como tu es natural, están entre un limbo entre la tierra y el otro mundo. Puede que haya algo que te ate acá en este mundo.
- No, nada. Tengo familia pero ellos no me atan, tampoco tengo a nadie que me importe. No tengo deudas ni nada que se le parezca, no tengo nada.
- ¿Estas seguro de eso? -me miraban sus ojos demasiado cerca, tanto para espantarme su presencia.
- Estoy seguro, tanto como debería de estarlo. Digo, esto no tiene mucho sentido. Uno debería ver su vida a través de los años, pero no ha pasado nada solo fue rápido, como un soplido de otoño. -lo miraba o la miraba impaciente, hasta que me di cuenta que ella no tenia la culpa, no fue ella quien me mato-. Lo siento, solo no lo comprendo.
- Quizás con el tiempo, encuentres las respuestas.
- No hay tiempo, ya no para mi. -decía, mas para mi que para ella.
- Claro que si.
La mire confundido, todo esto de la muerte es tan extraño. Fue entonces cuando ví otro remolino, al principio temí que fuera la misma de hace un momento y que estuviera la misma criatura en mi búsqueda, pero era diferente, no era el aura del remolino ni roja, ni blanca, ni amarilla, era azul, un azul verdoso por así decirlo.
- Es hermoso -susurré-. ¿Donde conduce?
- Hacia el mundo de los espíritus. Esto es por lo que he venido por ti, a ofrecerte ser parte de nosotros.
Estaba sorprendido y confundido, todo a la vez;
- ¿Por qué?
- Todos merecemos segundas oportunidades, esta puede ser tu oportunidad de hacer la diferencia, de ayudarnos en la lucha del bien contra el mal. Puedes negarte si así lo deseas, estas en todo el derecho de no aceptar mi ofrecimiento, solo que...
- ¿Solo que?
- Solo que serias un alma errante, porque estando en el limbo de entre dos mundos. El alma se queda vagante en ambos mundos pero sin propósito ni fin, es vacía y se vuelve mas vacía con los años, hasta solo ser nada.
Y yo era nada, estaba acostumbrado a ser nada, pero eso no quiere decir que me guste la idea de ser un fantasma atormentado de lo que podría o no podría haber hecho en la tierra como en otro mundo.
- ¿Que me dices William? -me susurra, ofreciéndome su mano.
No dije si, y tampoco dije no, solo me guíe por el instinto que aun poseía: curiosidad. Le tome de las manos y nos fuimos de camino al remolino.
- ¿Me dolerá? -pregunté dudoso.- Me refiero al entrar.
- Ya nada puede dolerte en este mundo, ya no existe, solo era un alma que habitaba en un cuerpo.
Sin mas que decir cruzamos a través del remolino.

***

No se cuanto había durado el viaje, fue demasiado fugaz y a la vez excitante, hasta que paramos a un camino fe tierra verde.
- ¿Donde estamos? -le pregunté, pero no movía la boca, solo hablaba con la mente.
- En el bosque del verano. Es una parte de las estaciones que acostumbrarás a ver durante tu entrenamiento.
El bosque tenía cierto encanto oscuro y la vez era cálido. Enfrente de nosotros había un camino de madera que parecía no tener fin.
- ¿A donde nos lleva este camino?
- A nada y a todo. Eso debes descubrirlo por tu cuenta. -me decía sabiamente- Pero dime joven aprendiz, ¿Estas listo para el reto?
Por primera vez, desde que descubrí que había muerto, sonreí.
- Estoy listo maestro. -respondí, dirigiéndome al camino caracol, dispuesto a seguir toda clase de aventuras.

¿Fin?

Between Two WordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora