CAPITULO 1

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Un aire húmedo recorría aquel pueblo del cual su nombre no recuerdo, no se podía ver más allá de un metro sobre las calles espesas de un silencio rasero. Me encontraba de pie al frente del Duzak Burser, un bar ubicado en las afueras de la ciudad aproximadamente a un par de horas de mi apartamento. Consumiendo el filtro de mi tercer cigarrillo, el humo que emanaba de mi interior se desaparecía al mezclarse con la neblina que paulatinamente aparentaba estar más densa. De repente, al caer la última ceniza, ligeramente sosegado en mi soledad siento una pequeña corriente de aire rosándome la piel, originada por el aumento de su aceleración en algún punto del vacío; traté de asimilarlo como algo natural, pues no soy de esas personas que especulan sobre presencias paranormales cada vez que sucede algo en particular. Inmediatamente mi vida cambió por completo, sonidos cacofónicos rechinaban sobre el cristal lateral izquierdo del auto aparcado a una distancia donde mis ojos poco a poco lograban percatarse de aquella escena que superaba los límites de mi conocimiento seguro y en la cual, lentamente se formaban distintas letras que a causa de la neblina no distinguía muy bien. Atónito, mi cuerpo no respondía a mis impulsos y mis oídos ya no soportaban más aquel estridente sonido hasta que ya en su límite, empezaron a emanar un líquido tibio que me causó gran estupor. Mis ojos, controlados por una fuerza involuntaria, me obligaban a presenciar aquellas palabras en continuo desarrollo. "Es tu turno"... lo leí más de dos veces sobre el cristal del auto hasta que recuperé el fuero interno.

De repente todo cesó y aquellas palabras penetraron en mí provocándome un fuerte mareo que me dejó en un estado crítico de extrema debilidad. Caí sobre el asfalto y un repugnante olor inundó mi respiración, ocasionándome incontroladamente una alarmante emesis que se convirtió en un torrente espeso de sangre. Mi cuerpo demandaba oxígeno, Intenté exhalar aire pero en el estado en el que me hallaba no lo logré. Yacía sobre el suelo desintegrándome por dentro, dejando mi existencia física llevándome la de por dentro. Poseído por el acto de mi muerte abyecta y repugnante, empiezo a identificar pequeños sonidos semejantes a las garras de un animal en contacto con el suelo que se hacían cada vez más fuertes, esforcé la vista para cerciorarme de lo que era y logré visualizar una sombra abombada y corpulenta que con pasos tranquilos pero totalmente desgarradores, penetraban con intensidad en cada poro de mi piel mientras se acercaba paulatinamente hacia mí.

Cuarta DimensiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora