CAPITULO 3

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Al otro lado de la línea se encontraba mi colega y vecino de hace varios años con quien solía frecuentar... se me heló la sangre al recordar aquel bar. Esta vez me solicitaba para una actividad diferente en su apartamento, ubicado en la parte inferior de mi residencia a un piso de distancia con motivo de celebrar su título de magister en filosofía, quien se interesaba principalmente en la metafísica. No vengo solo... fue lo último que dijo antes de abandonar la línea que nos comunicaba. Esta última información, lacónica pero interesante me anestesió de curiosidad al pensar en las posibilidades de que entre aquellas personas pueda figurar la hermana del graduado, una mujer sutil, de un cabello color carmín parecido al de la sangre, dotada de una figura sensualmente delgada y una sonrisa indefinida que tatuaba en sus mejillas un par de inmaculados hoyuelos que la propia naturaleza se encargó de crear y que terminó acabando de envidiar.

Después de reflexionar unos minutos acerca de la invitación, la duda acerca de la asistencia de aquella inefable mujer me convenció. Opté por comerciar unas cuantas cervezas antes de dirigirme al apartamento del piso inferior, sin embargo, algo me atormentaba la conciencia o... más bien, no encontraba señales de vida emocional en mi interior y eso me preocupaba; metafóricamente me convertía en piedra y la escasez de mi alma se hallaba a unos segundos de evaporarse por completo. De nuevo, recordé a aquella regia mujer que me puso a reflexionar en lo que el deseo puede llegar a lograr, pues ahora me encontraba algo eufórico y solo con pensarla una vez más. Al adquirir las bebidas que tenían un ligero porcentaje de alcohol y de tres cigarrillos por si se daba la ocasión, me dirigí hacia el apartamento con la esperanza contagiada de nervios de poder encontrar la presencia física de aquel inigualable ser. Al ingresar a su morada, mis ojos lograron visualizar y mi tacto se estremeció al sentir independientemente de una fuerza exterior, una esencia femenina que para mi sorpresa no era la que esperaba. Mi colega intervino presentándonos cortésmente anunciando su relación con la presente mujer. Nos dirigimos en busca de un ambiente ameno para conversar en aquel apartamento y minutos después de habernos instalado, comenzamos a beber y a hablar sobre el pasado. Lentamente las palabras que surgían para acoplarse a la amena conversación se iban haciendo más escasas, y fue cuando uno de nosotros tres abordó el contexto de la metafísica. Impresionado por el amplio conocimiento que poseía aquel personaje respecto a temas que rompen los paradigmas racionales, temas que no se adaptan con mi forma de pensar pero que, mientras transcurría la conversación se hacían fuertemente interesantes hasta tal punto, que casi me convence de que la razón es solo un límite del cerebro que cohíbe al humano a interpretar contextos mayores o iguales a la cuarta dimensión.

Finalmente el orgullo me rescató de aquélla persuasión que me invitaba a quebrantar los principios de la lógica. El emisor al ver esta actitud de incredulidad en mí, selló sus labios para no molestarse en la vana construcción de frases y evitar que el mensaje transmitido cayera en oídos equivocados. Misteriosamente se levantó, acompañado de la melodía del silencio que me inquietaba por cada segundo que pasaba, dirigiéndose al estante contiguo a la ventana donde hallándose frente a tres posibilidades de tomar una decisión, eligió el segundo cajón para culminar con su objetivo inicial. Al regresar, sus manos controlaban un tablero excéntrico que contenía el vocabulario en latín y unos cuantos símbolos que no pude reconocer por falta de práctica de aquella lengua que por voluntad caprichosa decidí estudiarla. Instaló aquel extraño objeto frente a nosotros e inmediatamente imaginé que se trataba de un artilugio que supuestamente funciona como un medio de comunicación entre una dimensión y otra y en efecto no me equivocaba. Inicialmente me encontraba reacio a causa de mis ideales pero finalmente accedí para no quedar excluido de aquella escena en donde la mujer se mostraba altamente interesada. Lo que sucedió después fue realmente asombroso, las personas que se hallaban en aquélla habitación a excepción de una, quedaron estupefactas frente a la actividad paranormal que se desarrollaba de forma indefinida en aquel lugar. Me sentía amordazado y con los sentidos en estado solidificado al observar lo que se hallaba escrito en la mesa justo en frente de mí y de los presentes, una oración en latín que traduje como: recuerda que vas a morir y en aquel instante la novia del graduado colapsó. Su cuerpo se movía de una forma extraña, como si un ente exterior la controlara. En medio de la obcecación me hallaba indefiniblemente petrificado frente aquella escena, hasta que el presente veterano reaccionó y me pidió ayuda en el acto. Fue inútil, su cuerpo se encontraba a una temperatura muy alta y sus ojos reflejaban que se hallaba consiente de un dolor que no se compara a los de esta dimensión. Paulatinamente se estaba muriendo y de sus labios brotaba un líquido espeso de un color cetrino que para la vista humana se tornaba fuertemente desagradable. Mientras aquella mujer perdía el conocimiento su pareja se dirigía rápidamente hacia el teléfono cerciorándose de que por alguna inexplicable razón el servicio no estaba en funcionamiento. Había que ir directamente al hospital y de esto se encargó la pareja de aquella mujer. Después de aquella noche, yacía en mi interior un sentimiento profundamente arraigado a mi conciencia que manifestaba la sensación de presentir que una materia intangible me perseguía.

La vorágine de mi vida necesitaba una dosis de nicotina y recordé que en mi chaqueta de pana tenía 3 unidades de la noche pasada. Decidí ir al bar que tanto me sosegaba para consumir los cigarrillos que urgentemente anhelaba. Al transcurrir aproximadamente dos horas de viaje, me encontraba aparcando el auto frente al Duzak y al apear del auto siento un ambiente húmedo que privó a mi cuerpo de su calor y una neblina que impedía la visibilidad total del lugar. Antes de entrar al bar, opté por satisfacer mi necesidad y una voz fuera de mi imaginación afirmo: "Ego veni porpter vos" (he venido por ti). Y ahora solo soy el producto mental de un ser que me creó y me destruyó sin si quiera dejarme escapar de este terrible final.

Cuarta DimensiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora