El frío se sentía cada vez más lo que provocó que mis labios estuvieran resecos, una suave brisa se sintió, tenía la piel erizada, en estos momentos me maldije por no haber agarrado un suéter, mi corazón latía a un pulso demasiado rápido, el sudor que escurría de mi frente se sentía como hielo. Un ruido hizo que mis sentidos se pusieran alerta.
Alguien se acercaba.
-Hey, ¿Estás bien?.-su voz me puso nerviosa, su mirada era de preocupación.-Tenemos que terminar con la actividad deportiva.
Me tome la molestia de estudiar cada facción de su cara, sus cejas gruesas, sus labios rosados, su cabello revuelto, sus lunares, sus ojos oscuros.
-Estoy bien, solo quise descansar un momento.-respondí mientras fijaba mi mirada al piso.
-Pues lamento terminar con tu descanso pero tenemos que seguir trotando, así que mueve tu trasero y ponte a trotar.-Su tono de voz fue burlón
-Recuerda que ya no somos amigos.-Le sonríe sarcásticamente
-Jamás quise serlo.- Dijo de una manera arrogante.
En ese momento se me olvidó que tenía el corazón roto, mis impulsos me pedían a gritos que lo hiciera, mi estupidez se apoderó de mí, me levante y lo mire fijamente, nuestra estatura era casi igual, puse mi mano en su nuca y lo besé.
Sus manos rodearon mi cintura, el profundizó el beso, ¿qué demonios estaba haciendo? Estaba besando al ex novio de mi amiga, ¿en qué clase de persona me estaba convirtiendo?.
Al terminar el beso, se separó de mí y tomo una de mis manos y dijo la frase que lo cambiaría todo.
-Te quiero Elizabeth, te he querido desde siempre.- Me quedé perpleja.
En ese momento supe que había iniciado algo que no podía revertir, había iniciado el peor de los dramas y todo por despecho, ¿Porqué tener el corazón roto nos hace cometer estupideces?