Astrea lml

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         Dicen que estamos hechos del mismo polvo que las estrellas, pero ciertamente estas no son solo polvo. Dicen también que nacen a partir de los sueños rotos y las esperanzas perdidas. Algo de razón han de tener. Lo cierto es que soy quien se encarga de dibujarlas en el firmamento, y hacer cumplir todos los anhelos que a ellas llegan.

Quizás te preguntarás cómo funciona esta gran bóveda celeste, pero es mucho más simple de lo que piensas. Cada día, al caer el Sol, mi misión consiste en dibujar figuras en el cielo, para que los humanos puedan hacer más que solo gritar sus sueños al viento.

No siempre fui lo que soy ahora. Solía vivir en la Tierra; era una niña cualquiera, de esas que creen en los cuentos de hadas, el amor y la magia. Vivía entre ellos, pero sabía que no era uno de los suyos. Siempre me sentí diferente, como si algo no encajara... La noche en la que cumplí los 16 años, precisamente a medianoche, me encontraba en el pequeño balcón al que daba el ventanal en mi habitación; mientras miraba el cielo y trenzaba mi largo cabello negro, vi por primera vez una estrella fugaz. Había escuchado una infinidad de veces que si susurras los anhelos de tu corazón a las estrellas, y lo haces con todas tus fuerzas, el universo conspirará a tu favor y te concederá lo que deseas. Entonces aproveché mi oportunidad: deseé que mi vida tomara un rumbo completamente diferente. En ese instante comencé a sentirme rara, pero nunca imaginé lo que estaba por venir. Sentí escalofríos, por lo que decidí que lo mejor sería ir a dormir. Dejé todo lo que tenía encima de la cama en la silla blanca que llevaba meses junto a esta, pensando en ordenarlo luego, y me acosté.

A la mañana siguiente me levanté decidida a ir a la escuela, pero al bajar de la cama noté que no estaba en mi habitación. No fui capaz de reconocer el lugar, por lo que caminé sin rumbo hasta llegar a lo que parecía una sala de estar, con una pequeña mesa en el centro, sobre la cual había un sobre en el que se leía "Para Astrea". Abrí el sobre y leí la carta. En ella se explicaba el porqué de mi inesperado viaje, y mi nueva ocupación en este lugar. Entonces pude cerciorarme de que, en efecto, no pertenecía a la Tierra, a pesar de haber vivido allí durante tanto tiempo, sino que llevaba dentro de mí una misión y sería parte importante de una obra majestuosa, sirviendo a un propósito mayor.

Durante los primeros meses todo salió bien. Cada noche dibujaba astros en los cielos, hacía realidad una ronda de sueños, y asignaba a cada recién nacido una Estrella de los Deseos para guardar en ella sus más profundos anhelos. Dedicaba mi tiempo libre a descansar, recorrer los aposentos del lugar y a leer. La vida en este lugar era bastante solitaria, lo que desde el principio me pareció bien, ya que siempre me ha gustado tener tiempo para mí misma.

Finalizada la última noche de la primera semana del séptimo mes, ocurrió lo que menos me esperaba. Cuando me dispuse a descansar, puesto que ya no me quedaban tareas pendientes para ese día, Hermes, el mensajero, se acercó a mí, y por su mirada presentí que algo no iba bien. No sabía si realmente quería escuchar lo que él tenía para decirme, por lo que preferí ignorarlo, pero cuando intenté salir de la diminuta y sombría habitación, golpeó suavemente mi menudo hombro color canela para llamar mi atención. En silencio, el ángel me hizo entrega de una carta escrita a mano.

Pequeña Astrea:

Se te ha otorgado la oportunidad de cumplir tu mayor deseo, además de conocer de cerca el funcionamiento de los cielos. Se agradece el esfuerzo y la dedicación que has entregado, pero lamentamos informar que tu período de prueba ha finalizado. Dentro de las próximas horas me presentaré a efectuar el reemplazo.

Se despide,

Lilith.

En cuanto terminé de leer, sentí un gran vacío dentro de mí. Lo único que realmente me había importado en la vida se me estaba arrebatando, y no podía hacer nada al respecto. Dediqué la siguiente media hora a intentar comprender lo que estaba pasando; realmente entré en un estado de shock. Al pasar el rato, logré enfocarme en el lado positivo. Al fin y al cabo, volvería a ver a mi familia y todo sería como antes, ¿no es así? Guardé todas las cosas que me pertenecían y me dispuse a marchar. Entonces dibujé mi último astro en el firmamento: el más brillante que jamás hubiera hecho, y el que me guiaría en mi regreso. Sin siquiera darme cuenta, mi Estrella de los Deseos pasó a formar parte de una constelación que ayudaría a navegantes y viajeros a encontrar su destino: ésta sería la punta de la Cruz del Sur.

Esperé durante horas a que Lilith viniera a tomar mi cargo. Aproveché de leer, solo para mantener la calma, hasta que llegó a mi habitación. No la conocía, pero la reconocí de inmediato: nunca había visto a una mujer con una mirada tan penetrante y con unos ojos y pelo tan negros como el carbón.

De un momento a otro, antes de que pudiera darme cuenta, desperté en mi habitación, en la Tierra, sentada en mi cama de siempre. Encendí mi teléfono, y me encontré con la sorpresa de que era el día de mi decimosexto cumpleaños, precisamente a medianoche.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2016 ⏰

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