ARKHÉ

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-No, no no me hagas nada por favor!- Mara sonreía maliciosamente a Selma.

-Tú lo has querido así, ratita.-

- Mara, por favor. Tú no eres así. ¿No recuerdas? ¡Somos amigas!- Selma lloraba, y lloraba y lloraba. No podía comprender lo que le estaba sucediendo. Quizás solo se tratara de una pesadilla.

- ¿Sabes lo que va a pasar, ratita?, te voy a coger de los pelos, y te voy a arrastrar hasta el ordenador. Después, te...

- ¡Perdóname!, lo leeré te lo pr...

- ¡No me vuelvas a interrumpir, sucia!. Eres una rata miserable.- Las lágrimas de Selma brotaban de sus ojos cual cascadas, parte agua y parte sangre; directa desde su corazón. Mara empuñaba un compás abierto y le amenazaba con la aguja.

- Te voy a atar, ratita. ¿Ves esa pantalla?, tendrás que mirarla si o sí. No podrás resistirte.

- Creo que-que estás exagerando la situación. Si-si - Las palabras no lograban pronunciarse. Selma se sentía aterrorizada. No comprendía como el no haberse leído la historia de Mara había hecho que la rabia en ella se desencadenara. ¡Y de qué manera!

- Ya no hay solución posible, rata. Te voy a atar, y mas te vale que no muevas ni un dedo si no quieres perder un ojo, o los dos.- Mara sentó de una patada a Selma en una silla vieja y le ató las muñecas fuertemente a esta.

- Se me va a cortar la circulación, ¡Mara, por favor! Somos personas, hablemos.

- ¿Hablar? Bla, bla, bla. Estúpidas palabras. Salen de tu boca y se clavan como agujas. Mientes, no hablas, dices cosas sin sentido, haces creer a las personas que son importantes, cuando realmente piensas que no valen una mierda. Pero ya no importa. No tiene remedio, ratita. Tendrías que habértelo pensado mejor. ¡No me hiciste caso! Si la hubieras leído en su momento...- Mara se acercó a una pequeña mesa con un teclado y un ratón y encendió el proyector.

- ¡Lee!- ordenó. Un silenció perturbador reinó en la sala. Mientras leía, Selma lloraba. Era peor que una tormenta tropical. El agua lo cubriría todo en cuestión de minutos pero esto parecía no importarle demasiado a Mara, que le observaba con una mirada malvada, una mirada que recogía todo el odio retenido en su interior.

ARKHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora