El camino a ser libre

91 5 40
                                    

Prólogo

El Tributo Infinito - hace 100 años

I'm headed straight for the castle

They've got the kingdom locked up

And there's an old man sitting on the throne that's saying I should probably keep my pretty mouth shut

Straight for the castle

Oh, all of these minutes passing, sick of feeling used

If you wanna break these walls down, you're gonna get bruised

Now my neck is open wide, begging for a fist around it

Already choking on my pride, so there's no use crying about it

Halsey – Castle

En la sala oscura se oía el murmullo del viento sobre la piedra, susurrando a las negras paredes sobre una guerra aún reciente, cuyas víctimas seguían presentes en la mente de todos. Las antorchas arrojaban destellos sobre dos copas de contenido rojizo que reposaban sobre una mesa de ónice.

Ante la primera, rellena de un líquido espeso, se hallaba un hombre de aspecto distinguido: el cabello, de un azabache profundo que comenzaba a clarear, enmarcaba un rostro de piel de un pálido enfermizo, que reflejaba un absoluto e indescriptible desdén. Sus manos, de dedos esqueléticos y cubiertas de sortijas, se apoyaban en su regazo. Cualquiera que lo hubiese visto desde lejos habría supuesto que era una estatua por lo rígido de su postura, que aparentemente formaba un ángulo recto siguiendo el respaldo de la silla; sin embargo, unos pequeños pliegues en su túnica mostraban que estaba levísimamente inclinado hacia delante, escuchando lo que su interlocutor decía.

Al otro lado de la mesa, y sabiéndose escrutado por los ojos rojizos del primero, un muchacho contemplaba las profundidades de su propia copa, llena de vino, como si esperara encontrar en ella la forma correcta de decir lo que pretendía transmitir. Su aspecto no encajaba en aquella habitación, ni concordaba con aquel de su compañero. El zagal vestía ropas raídas manchadas de sangre, y sus brazos estaban llenos de marcas de arañazos y de cicatrices. Tenía una herida abierta en la frente, que dejaba caer un fino hilo de sangre de color plateado, y su tez tenía el color de la de los campesinos, tostada por el sol. Sus ojos de color avellana abandonaron por un instante la bebida, solo para echar un rápido vistazo al hombre, y luego continuaron observándolo mientras hablaba. Quizás lo que más habría sorprendido a su espectador hubiese sido el vello que le cubría casi todo el cuerpo, extendiéndose bajo los desgarrones de las prendas y en las zonas desnudas.

—Bien, Anthrax, sabes perfectamente de lo que hablo. Habéis perdido la guerra. Vuestros líderes se han rendido, mientras que los nuestros nunca han dejado de luchar. Sabíamos perfectamente por lo que nos enfrentábamos, y como botín, lo reclamamos ahora. Iebresh y sus humanos son territorio de la Unión, y así —tembló ligeramente mientras sacaba un pergamino de su bolsillo— quedará estipulado.

Colocó el documento sobre la pulida superficie, y comenzó a leer, ganando seguridad a cada palabra:

"La Unión de Clanes presenta sus respetos al conde Anthrax Salazar, y le insta a cumplir lo que su obligación como nuevo líder de la raza vencida le impone. El Tributo Infinito, como de ahora en adelante será conocida esta alianza, es la renuncia de los Nacidos de la Noche a su privilegio sobre los hombres, mujeres y niños de Iebresh, y su traspaso a los licántropos como única petición tras haber ganado la guerra. Si cualquier miembro de su raza, conde, osara probar aunque fuera una única gota de sangre humana, sería ejecutado por uno de los tres métodos que, desde tiempo inmemorial, han robado a los vampiros la poca vida que aún les quedaba: la estaca de espino que el corazón atraviesa; el veneno que destruye sus entrañas al beber la sangre que tanto adoran; o la más macabra de todas ellas, la decapitación. Sea empalado, envenenado o degollado, la criatura morirá para servir de advertencia a los demás y hacerles entender que la Unión es poderosa. Los Hijos de la Luna mantendrán una relación de igual a igual con su raza, siempre y cuando ustedes cumplan su parte. Sabemos que pueden vivir de la sangre de alimañas, mientras que nosotros precisamos alimentarnos únicamente de humanos, y dejar la marca de la luna llena en su tierna carne. La decisión es suya, Anthrax: puede rubricar el Tributo Infinito y salvar a su pueblo, o dejarlos perecer bajo las garras de todos nuestros clanes."

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 22, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El camino a ser libreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora