Respiro hondo. El olor a queso podrido entra por mis fosas nasales. Un tío se acaba de sentar a mi lado, lleva camiseta de manga corta, antes blanca. Lleva una barba de más de 5 días y no deja de aclararse la garganta y tragarse los mocos. Cierro los ojos, lo último que veo es el mar a través de la ventana del tren y me imagino a mí nadando, sumergida, escapando de las olas intentando atravesar la línea del horizonte. Y entonces siento que dejo de existir, y me gusta, me resulta agradable esa sensación, me fundo con el mar y me convierto en olas y agua. Es agradable.
Pero para cuando abro los ojos me doy cuenta de que el hombre que se acababa de sentar a mi lado me mira de reojo los pechos y las piernas. Así que me levanto y camino hacia la salida más cercana que tengo, en cinco minutos el tren se detendrá, y podré salir.
Normalmente siempre me detengo en cada una de las personas que me rodean. Observo sus gestos, su ropa, su mirada... Pero hoy no. Pese a estar sentada en un vagón rodeada de gente desconocida, hoy no pienso en ellos, ni imagino sus alocadas o quizás monótonas vidas buscando una fácil distracción. Hoy tan sólo me apetece mirar por la ventana del tren y observar el mar que nos acompaña durante el viaje. A veces me da la sensación de que tiene vida propia, una vida llena de calma, y serenidad. O al menos es así como lo veo hoy.
Pero dentro de mí no hay calma, ni serenidad, ni vida. No hay nada, no hoy. Siento que vago entre sombras de figuras inconscientes que se hacen llamar "personas". Pero siento que sólo es gente, sujetos que vagan como sombras entre sus propios desechos.
Me pongo de pie, cuando lo hago, el hombre que miraba mis pechos y mis piernas parece alertarse, como si se le escapase algo. Me mira y siento que de alguna forma u otra, hay una pequeña parte de él que me suplica que no me aleje. Y es entonces cuando siento lástima, cuando creí que en realidad tan sólo era otro reprimido sexual abandonado ante la cruda realidad de su carente belleza y dotes comunicativas para con las mujeres. No, tan sólo es otro ser pagando penitencia por no cumplir una serie de clichés sociales.
Salgo del tren, fuera hace calor, o eso parece según el termómetro de la estación. No hay nuves en el cielo, sólo aquel curioso color azulado que parece encarcelarnos o deslumbrarnos a la vez, rodeando el globo terráqueo. Me molesta el sol, antes no lo hacía, pero hoy el sol es molesto.
El aire es distinto, el ambiente que se respira, todo parece ser distinto. Es como si costase respirar, como si el aire se hubiese vuelto más denso, aunque quizás es sólo mi impresión. Quizás hoy mis pulmones son más pequeños. Quizás hoy no me apetece tanto respirar.
Comienzo a caminar, con miedo. Sé que a cada paso que doy, estoy más cerca de ella. De la realidad. Y no quiero aceptarlo, aún no puedo.
Así que cierro los ojos y al abrirlos de nuevo retomo el aliento e intento volver a comenzar a caminar.
Intento respirar.
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FRONTERAS
General Fiction"No quiero que me busquéis. No es una despedida, pues jamás estuve allí, junto a vosotros. Tan sólo me fui, si es que puedo decirlo así. No puedo irme de un lugar en el que jamás estuve. Sé que es difícil de comprender. Mis palabras con frecuencia...